El 2020 ha dejado profundas marcas y el 2021 es recibido con diversidad de pensamientos y emociones. Alentar la esperanza y trazar un porvenir optimista, es en sí una hazaña.
Ante esas reflexiones y encrucijadas, no puede ser casualidad que sintiese la inquietud de contemplar un arreglo con especial atención. Es un arreglo del reencuentro del 2015 de mi Clase Graduada de Ponce High de 1985.
Pasó por mi mente el recuerdo de cuando le di ese arreglo a mi madre. La forma que miraba, combinó la atención al detalle que caracteriza a la mujer, con la mirada misericordiosa de la madre, y mucho más.
Al escribir en esos términos, van surgiendo más recuerdos, cuando mis padres están en el cielo y Puerto Rico y el mundo necesitan redescubrir las mejores fuerzas forjadoras. Todavía recuerdo algo de la primera visita de mis padres a Ponce High cuando comenzaba esa etapa de estudios en 1982.
Había un brillo especial en los ojos de mis padres. También hubo ese brillo cuando me gradué en 1985. Era un ánimo de esperanza que tuvo el amor de dedicar lo mejor para cada miembro de la Clase, y tocar con ese amor a otras Clases, como la que vivieron mis padres en la década de 1950 y las que vivieron mis hermanos en la década de 1970. Son las rutas generacionales.
Al comenzar el 2021, saludo a mi Clase de 1985 con la exhortación a recordar los ojos que nos siguen bendiciendo; los ojos de nuestros padres, educadores y seres queridos. Unos ojos nos bendicen desde el cielo y otros en este mundo; pero todos con la perspectiva de amor que trasciende.
Ahora más que nunca, no es opción recurrir a libretos tradicionales, los clichés o el conformismo. Ahora más que nunca, necesitamos la energía rejuvenecedora que activa los grandes ideales y la fe que es materia prima de milagros. Ahora más que nunca, procede reencontrarnos, reunificarnos y fortalecernos (como ruta de vida y perseverancia que da continuidad y maximiza los eventos e iniciativas de Clase, y como Génesis de nuevos testimonios y proyectos); alentados en cómo quienes más creen en nosotros siguen creyendo, tal como mi madre tocaba con ternura al arreglo como si abrazara a generaciones. Adelante consagradamente.
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