Dice en 1 Timoteo 5:18: “Pues la
Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de
su salario”. No encuentro en esa cita bíblica, parte alguna que establezca que
sea lícito buscar el lucro desmedido o evadir la responsabilidad contributiva.
Por ende, buscar ley y orden, no es persecución.
Es lo justo (y tiene base bíblica) que a
quien más se le da más se le exige, máxime desde lo más consagrado. Por
consiguiente, el liderato religioso debe dar mayor ejemplo de cumplir con los deberes
civiles y contributivos, y no desviar lo religioso hacia el propósito de alimentar
apetitos desmedidos a costa de otros. Voy más allá: Hay que poner fin a los
engaños que se atan con pedir siembras financieras. Veamos:
En el documento “Estudios Comparados de Códigos Penales - Parte General y
Especial”, la doctora Dora Nevares Muñiz dice:
·
”El Código Penal de Puerto Rico vigente define el término
fraudulentamente como todo ‘acto cometido mediante ardid, simulación, trama,
treta o mediante cualquier forma de engaño’.”
En lo comparativo con Códigos Modelos y Anteproyectos, dice:
·
“Dentro del Capítulo IV, el cual trata del
enriquecimiento injusto abusando de la confianza o de la necesidad ajena, hay
una sección dedicada a la usura. A diferencia de Puerto Rico, sanciona
explícitamente al que se aproveche del estado de necesidad de una persona y se
hiciere dar o prometer intereses mayores a los establecidos legalmente”.
La lógica dicta que se necesita ampliar y especificar en el Código Penal de
la Isla.
En Puerto Rico, generan debates y controversias los casos en que:
·
Se piden siembras financieras a las congregaciones para
proyectos que no se cumplen ni desarrollan.
·
Se busca un enriquecimiento personal cuestionable a base
de las siembras financieras de los creyentes.
·
Se abusa del concepto bíblico de que hay diversas clases
de ofrenda, para sacar el máximo posible de cada bolsillo.
·
Se obtienen siembras financieras en base a expectativas y
promesas que no se cumplen y luego se despacha tratando de culpar a quien
siembra.
Es cierto que la pobreza no es elemento que acerque más a Dios, y que Jesús
dice claramente que vino para que tengamos vida en abundancia (Ver San Juan
10:10). Sin embargo, eso no justifica el olvidar el deber de ser sensibles (con
mano amiga) hacia los pobres y el tergiversar principios para buscar alimentar
apetitos desmedidos.
Se necesitan crecientes testimonios de prosperidad con sana conciencia para
hacer y sembrar el bien. Pero se necesitan también acciones para frenar lo que
pueda caer en corrupción. Que no se argumente que fueron “siembras
voluntarias”, ya que cuando median argumentos y estrategias manipuladoras, no
hay libertad.
Más allá de lo implícito o explícito en las leyes, o
de lo que pueda ser materia de legislación, ciertamente se necesita que quienes
explotan lo de utilizar causas justas y santas para engaño y lucro personal, NO
escapen del brazo de la justicia.
Más allá de remedios legales y judiciales, a cada
creyente le toca ser sabio a la hora de congregarse y sembrar. Nada justifica decir
“amén” a lo que no es bueno y santo. Lo que es de Dios infunde paz integral.
Que haya pleno apoyo a quienes cumplen bien. Que las iglesias den ejemplo de lo
correcto. Que no haya impunidad en lo que se desvía y daña. Que la efectiva
aplicación de la justicia divina, comience en este mundo.
·
“Reposará en la estepa la equidad, y la justicia morará
en el vergel; el producto de la justicia será la paz, el fruto de la equidad,
una seguridad perpetua”. --Isaías 32:16-17
·
“Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros
con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.
Por sus frutos
los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?
Así, todo buen
árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos.
No puede el
buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos.
Todo árbol que
no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego.
Así que, por
sus frutos los conoceréis.” --San Mateo 7:15-20
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