La política y la
religión NO mezclan. Sin embargo, en
el 2018, el tiempo cuaresmal me hizo ver con mayor detenimiento la razón de mi decisión política. Veamos:
En este tiempo,
escribí en Facebook sobre los principios que aplico al escribir. En uno de los
puntos, dice lo siguiente:
·
En lo
político (partidos, líderes y fórmulas de status político), no busco imponer
ideas y respeto a todos, ya que nadie tiene el monopolio de la verdad y cada
cual tiene una parte de la verdad. Al escribir, busco ejemplificar que puede
haber respeto y consideración, colocar temas sobre el tapete para fomentar el
pensamiento creativo, fomentar lo que apoyo enfocado en lo positivo (no tiendo
a la campaña negativa) y afirmar que el gran ideal no está en lo político, sino
en la realización humana. En ese sentido, es más que la política como tal, es
definir cuánto de uno hay en ese escenario; es
decir, cuanto de los valores que nos definen están presentes, son
inquebrantables y dan nuevos niveles al término “liderazgo”.
Cuánto de mí hay
en esa dinámica política (parte del proceso formativo que comienza en el hogar
y se va puliendo en los salones de clase), es lo que en Cuaresma, me movió a
ver nuevamente el tiempo en que tomé mi decisión política. Fue en 1980.
En ese año
electoral en Puerto Rico, aun no tenía edad para vota; hubo primarias Demócratas,
la muerte de Luis Muños Marín, una intensa campaña y serias dudas sobre la
pureza del proceso electoral (fruto de una Ley Electoral impuesta sin consenso
y sin garantías contra el fraude). Fue tan dura la jornada, que hubo incidentes
de violencia y no hubo el debate entre los candidatos a la Gobernación.
Con toda
sinceridad: De haber seguido el razonamiento, hubiese optado por la causa que
promovía el gobernador estadista Carlos Romero Barceló, ya que las encuestas el
favorecían y desarrolló una campaña con grandes recursos económicos. De haber
seguido el razonamiento de enfatizar en la extrema intelectualidad, hubiese
optado por la causa que promovía el líder independentista Rubén Berríos
Martínez, ya que se destacaba con palabras elocuentes, chistes y suma
teatralidad.
Sin embargo, al
ver con más cuidado, había algo que no me convencía en ambos. Hablaban del tema
del status político en una forma tan intensa, apasionada y desproporcionada,
que desvirtuaban al tema. Hablaban con un estilo tan impositivo, que no veía
con buenos ojos que se pretendiese imponer criterios a la brava o maltratar y
excluir a quien piense diferente. Se necesitaba algo mejor.
Eso mejor lo
encontré en 1980 en la causa fundada por Luis Muñoz Marín y promovida por el
líder Rafael Hernández Colón. Al fallecer Muñoz, captó mi atención un amiente
de pueblo casi de Viernes Santo, y comencé a estudiar. Me cautivó lo siguiente:
·
La trayectoria de Muñoz Marín es admirable. Es humana
con sus altas y bajas, aciertos y desaciertos, virtudes y defectos. Tiene
trascendencia al ir más allá de lo que en un inicio fue su ideal, para crecer y
desarrollar una ideología enfocada en el ser humano, su realización y su
bienestar. Tiene heroísmo por ese sano y verdadero concepto de ideal, canalizado
en un gran movimiento de pueblo.
·
La trayectoria de Hernández Colón es admirable. Contando
con un impresionante expediente académico, siempre fue humilde y no tomó rutas
de arrogancia, de ofensa a quien piense diferente, o de justificar imponer
criterios y agendas a toda costa. Es gran maestro de humildad, y de liderazgo que
combina el idealismo, el pragmatismo y la visión trascendente. Es gran líder
que estableció en sus campañas y gestiones de gobierno, un estilo inspirador y
aleccionador.
Siempre destaco
la siguiente cita de su mensaje del 25 de julio de 1979 (en que aceptó la
candidatura a la Gobernación por el Partido Popular democrático de 1980):
·
“Tres
rasgos nuevos tiene que adquirir la educación puertorriqueña: instalarse en
nuestro proyecto histórico de pueblo; abrirse a los valores trascendentes; y
educar para crear y hacer. La educación tiene que radicarse en el proyecto y en
la proyección histórica de Puerto Rico: el de la identidad, el de ser y seguir
siendo un pueblo, el de enriquecer nuestra cultura y el de perfilar nuestro
ser. La educación tiene que revisar la tabla de valores imperantes que hacen de
la gratificación instantánea la aspiración predominante. Los tiempos exigen que el espíritu se eleve. Los tiempos exigen que se comprendan los imperativos del deber, que
nuestro viaje por la vida sea una experiencia de crecimiento moral, de modo que
al final de la vida seamos mejores seres humanos que cuando comenzamos. La
educación para el mañana es la enseñanza para crear y para hacer. La educación
para la producción, será aquella que dote al aprendiz de los recursos para
moverse de práctica en práctica, a inventar nuevas lógicas productivas, a
inventar nuevas avenidas para desenvolverse…”.
El que se
incluyeran principios de vida en un evento partidista multitudinario, fue algo
que en verdad marcó una gran diferencia. No se trataba de la obsesión por una
fórmula de status político, de un catálogo de promesas o de ataques para buscar
ganar desde enardecer pasiones. En Muñoz y Rafael, se daba la combinación de lo
propio para una campaña, con la profunda lección de vida. Eso tiene vigencia.
Lo sagrado no
está en las causas políticas y no hay divinidad en los líderes políticos y
religiosos. En el mundo nada es eterno, los partidos políticos pueden
evolucionar y los funcionarios de turno son parte de cambios en rutas generacionales.
La mejor renovación se logra armonizando a todos; y las causas se engrandecen
al fomentar empatía, solidaridad y programas actualizados con valores y
principios permanentes. Así, el destello de divinidad surge del buen corazón
que va más allá de sí mismo.
En el 2018, el
tiempo cuaresmal me hizo ver con más detenimiento la razón de mi decisión
política. Toda buena causa, se dignifica en la medida que se enfoca en el bien
que pueda hacer a la humanidad. Ante la diversidad de intereses y luchas, la buena
causa adquiere mayores dimensiones y alcances en la medida que logra constructivas
soluciones salomónicas. La buena
causa edifica y se convierte en buena Escuela de Vida en lo aplicable a esa
dinámica, en la medida que la persona logra honrar a sus forjadores y bases
formativas, y hace valer lo que mejor le define.
·
“¿Qué es ideal? Ideal es toda cosa de
bien por la cual se trabaja y se lucha desinteresadamente; ideal es toda cosa
de bien que se concibe en el espíritu, se proyecta hacia el porvenir y recluta
toda la fuerza del alma para que se logre; es toda cosa de bien que incluye la
seguridad de una madre de que sus hijos no van a pasar hambre, y que incluye la
paz en el corazón, y que incluye el techo que cobija al ser humano a su paso
por el misterio de la vida.
Ideal
es todo propósito de bien, que incluye la honda satisfacción de hacer cosas
creadoras con humildad y con fuerza de espíritu, y que incluye el vaso de leche
que fortifica la salud del niño y la serenidad de quien trata de actuar con
justicia y actúa siempre sin pequeñez y sin odio. Ideal es todo propósito de
bien que incluye el pan que no le falte al jornalero después de la oración, que
es su trabajo sobre la tierra, y que incluye el pedacito de tierra que no se
ejecuta y arrebata al labriego. Ideal es
toda cosa de bien, ya sea el alivio del dolor del cuerpo por la ciencia médica
o el alivio del dolor del alma por la buena religión”. --Luis Muñoz Marín
·
“Porque Puerto Rico son ustedes, somos nosotros, Puerto
Rico es todo lo que nosotros hagamos por él”. –Rafael Hernández Colón
·
“Marcharemos de aquí
hacia cada barrio de esta tierra, a reemprender la lucha por el triunfo del
Partido Popular, para hacer un Puerto Rico mejor, basado en los ideales que
defendió Luis Muñoz Marín. Ideales que unifican y dan propósito a la voluntad
de este Partido. Ideales que dignifican la vida humana y que enaltecen a los
pueblos. Somos el Partido de la esperanza, siempre lo hemos sido. El Partido de
la esperanza que comparten en sus corazones todos los puertorriqueños. Somos el
Partido del cambio hacia el futuro; cambiamos la situación en el ’40 y la cambiaremos
de nuevo…”. –Rafael Hernández Colón
·
“La vida es infinitamente mucho más que el estatus”. –Rafael
Hernández Colón