Es triste que mientras el huracán Irene azota a nuestros hermanos en Estados Unidos, en la televisión local sigue la programación local de nuestro Puerto Rico como si nada, anunciando reportajes para la edición nocturna con toda normalidad, sin ver las proporciones sin precedentes y casi apocalípticas. Eso no está bien ante calamidades en curso en suelo hermano; tierra fundada en la fe, en que la suma de fallas no es más que su historial de libertad y de oportunidades en la unificación multicultural; nación y potencia que tanto ayuda a nuestra Isla cuando sufre embates de fenómenos atmosféricos. Los lazos de unión de Puerto Rico con Estados Unidos no se limitan a la ciudadanía y se fortalecen por los factores humanos e históricos. Hay que reflexionar creativa y positivamente para rectificar errores y perfeccionar la ruta. Oremos para que salgan airosos de ese embate, tal como todos somos llamados a levantarnos y crecer de cada prueba. Como paso de fe, invito a todo el que comparta algún tipo de creencia en Dios, o en un poder o energía suprema que haya originado la vida, el universo y la creación entera, a que piense en palabras de correctas hacia el Creador en pos de hacer un mundo mejor desde lo mejor que pueda aportar cada alma y conciencia; hacia el Creador en la medida de esos nuevos testimonios de fe en acción y edificación, creyendo con sinceridad en que todo lo bueno y todo lo mejor, en línea con El y su infinito y perfecto corazón, será concedido; lo que será una oración en acción al instante, y en común acuerdo. Dios bendiga a nuestros hermanos en Estados Unidos. Dios nos ilumine a todos en la Isla del Cordero para reconstruir y restaurar. De perseverar con fe, amor, visión, honor, valor y voluntad se trata la vida. Amén.
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