martes, 2 de agosto de 2011

Sobre el perdón y algo más

Sobre el perdón y algo más



            Cada año, llega el tiempo de Cuaresma que culmina con la Semana Santa. Se habla de “tiempo de perdón” y “tiempo de conversión”. Hay quienes ven lo general y piensan que no ocurren unas mejoras duraderas o progresivas en las relaciones humanas, los niveles de tolerancia y la calidad de vida, por lo que hace falta buscar más de los buenos testimonios que transforman toda la existencia.



            Se habla de “tiempo de conversión”, pero eso debe trascender un ritual o una identificación ante la sociedad, para ser todo un nuevo estilo de vida buscando desde la imperfecta realidad humana, ser lo más parecidos posible a nuestro Maestro y Redentor, el Jesús Resucitado. Se habla del perdón, pero en ocasiones en forma manipulada y  hasta tergiversada. En demasiadas ocasiones, selectivamente se ve sólo lo que se interpreta como el “perdonar”, ignorando todo lo inherente al deber primario de pedir perdón. En esa forma, se pierde toda la lección del perdón y por eso no se logran buenos resultados. Es así que podemos concluir con razonable, humana y cristiana lógica que, sin limitarse a:



1.      De nada vale el decir que se asiste a conciertos cristianos y se escucha sólo música cristiana si se olvida la obra social y de ayuda al desvalido. De hecho, Dios usa el medio que El desea para responder a los seres humanos, por lo que ser cantante cristiano es más que un adjetivo, es todo cantante que se deja usar por el Espírito Santo, en el lugar y género musical en donde se encuentre.



2.      De nada vale hablar del perdón si primero no se aprende a pedir perdón. No se solucionan los conflictos optando por el temor -que puede llevar a la arrogancia- y la terquedad de no pedir perdón, y el cinismo de contar con el perdón para seguir una misma conducta.



3.      De nada vale pedir a Dios un tiempo adicional de vida al enfrentar un peligro de muerte y recibir el milagro, si luego se regresa a los mismos estilos de inmadurez y desobediencia.  



4.      De nada vale hablar de que se asiste a retiros y se entonan melodías, si se consume el tiempo en murmurar, desperdiciar el tiempo y dar malos consejos. Soy de los que ven que se puede armonizar Cantares y Proverbios en vez de verlos como lecciones irreconciliables; es decir, puede haber belleza externa que nace de la interna, por lo que hace falta el desarrollo integral (en plena salud, gozo y autoestima) en vez de asociar la edificante entrega a la fe con abandono o pérdida.



5.      De nada vale tratar de aparentar cariño o solidaridad, para luego traicionar, o desalentar al no haber sabia capacidad valorativa, el dar gracias y un justo sistema de mérito.



Es así qua antes de hablar de perdón, hay que aprender a pedir perdón; y antes de evaluar, hay que ser humildes, agradecidos, comprensivos y buscar crecer (para todos los días y no solo para una semana). Jesús dijo que vino para que tengamos vida en abundancia; enseñó sobre los talentos, la Ley de siembra y cosecha, y la obra que vivifica la fe. Veamos que maltratar a otro es maltratar a Jesús; desperdiciar el tiempo de la bendición que da sustento es robar; y lo cristiano no es una etiqueta, es una forma de vida. En la medida que busquemos algo diferente y mejor para toda la vida, tendremos la autoridad para poder culminar toda oración y todo pensamiento con  “Así, venga a nosotros tu Reino”.



-Texto redactado por Gerardo L. Berríos Martínez y publicado en la página 27 del periódico "El Vocero" del 30 de marzo de 2010. 




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