El Día de Acción de Gracias se adaptó a la perfección a la cultura
puertorriqueña; si se parte de la convicción y fe de que Dios creó un mundo sin
fronteras, entonces lo más propio es adoptar lo que fomenta gratitud, amor y buena
voluntad. El Día de Acción de Gracias es una buena y edificante tradición que
crea formativos recuerdos, enriquece nuestra cultura y abona a ver lo
constructivo que debe imperar todos los días.
Sin embargo, eso se empaña cuando la se emplean libretos y clichés que
apartan del principio de empatía. ¿Cómo puede ser genuino el dar un evento de
“acción de gracias” proyectando buen rostro con indiferencia hacia quien
sufre?
Recuerdo que muchas veces he escuchado las palabras de “dar gracias por lo
bueno y por lo malo”. Esas palabras dadas con humildad y buena voluntad son
respetables. Esas palabras dadas en forma de libreto ritual, mera apariencia o
para ocultar otras cosas no son respetables. En todo caso, se necesita mucho
más.
Procede seguir perseverando, pero que no se le reste a la
sensibilidad y la inteligencia con clichés, tácticas manipuladoras y libretos
como el “tiempo de Dios” (concepto con buen origen, pero que se tergiversa
demasiado). Procede buscar el nuevo mensaje de fe, con dignidad y sin
manipulaciones, con poder y fundamentado en realidades.
Se necesita buscar propiciar una existencia en real
victoria y no una inercia esperando el llamado “tiempo de Dios”. Hay veces que
se vive lo de “Dios llega justo a tiempo”, hay veces que se logra lo de “nunca
es demasiado tarde”, y hay veces que ocurre lo de “justicia tardía no es
justicia”. Que se redefina el tiempo de Dios como cada obra y hazaña que hace
presente algo positivamente impactante y revolucionariamente trascendente. Que
se potencie todo lo que dé felicidad a la gente buena.
El sentido humanitario destaca lo que une y edifica.
Buscando forjar nuevos y mejores paradigmas, demos gracias. Sea por fe o sea
por coraje, hay que levantarse. Dios ilumine a todos en la vida como sabia, heroica y
victoriosa causa de amor.
·
“Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús
le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con
toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es
semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos
depende toda la ley y los profetas”. --Mateo 22:36-40
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“Reposará en la estepa la equidad, y la justicia morará
en el vergel; el producto de la justicia será la paz, el fruto de la equidad,
una seguridad perpetua”. --Isaías 32:16-17
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“Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí
misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin
tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Tú crees que Dios es uno; bien
haces. También los demonios creen, y tiemblan. ¿Mas quieres saber, hombre vano,
que la fe sin obras es muerta? ¿No fue justificado por las obras Abraham
nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe
actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? Y se
cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por
justicia, y fue llamado amigo de Dios. Vosotros veis, pues, que el hombre es
justificado por las obras, y no solamente por la fe. Asimismo también Rahab la
ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los
envió por otro camino? Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así
también la fe sin obras está muerta”. --Santiago 2: 17-26
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