El 14 de noviembre de 2016 fue foco
de atención la SuperLuna. Tiene ese nombre por estar en mayor cercanía con la
Tierra por razones naturales. Eso no es algo nuevo y nada tiene que ver con las
fatalistas ideas del “fin de los tiempos”.
Los científicos afirmaron que esta
SuperLuna se vio en 1948 y que solo se volverá a ver así en el 2034. Nuestro
satélite natural se vio 14% más brillante. En
Puerto Rico, desde el clima único ponceño en el sur, se vio majestuoso el
cielo.
Fue un paisaje nocturno en verdad
espectacular. Inspiraba mucho y en el amanecer del 15 de noviembre, al
contemplar a la Luna en su retirada, parecía querer superar a los rayos del Sol
para seguir captando miradas, pensamientos y energías.
La realidad es que se trata de la
misma Luna que acompaña a la Tierra desde el origen de la vida y que en los ciclos
naturales, ha iluminado a generaciones. Seguirá eso hasta que el curso
evolutivo de la creación disponga algo diferente.
Es bueno tomar lecciones de la Luna,
como atesorar lo que siempre está con nosotros, buscar dar luz en todo tiempo y
mayormente en los momentos de mayor oscuridad, y generar nuevos y mejores
paradigmas con amor, heroísmo, razón y corazón.
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