martes, 13 de septiembre de 2016

En el poder del voto está el valor de la democracia.

Ha expresado el juez federal Juan R. Torruella, que la celebración de las elecciones del 2016 en Puerto Rico resulta ser “superflua” por la Junta de Control Fiscal. No estoy de acuerdo con esa opinión, pero no me sorprende.

Procede recordar que las elecciones de 1980 en la Isla generaron serias controversias y los resultados con relación a la Gobernación siempre quedaron en entredicho. Las controversias llegaron a los Tribunales, en especial la de los “Pavazos”.

En ese entonces, el Tribunal Supremo de Puerto Rico validó papeletas con la cruz arriba de la insignia del PPD en vez de debajo de la insignia, estableciendo así el principio de la “intención del elector”. El PNP objetó eso y acudió al Tribunal de Distrito Federal y el Juez Torruella ordenó que no se validaran esos votos.

Ante ese clásico republicanismo de invalidar votos, el PPD acudió al Tribunal Federal de Apelaciones en Boston, en defensa del voto y del derecho de los electores. En la lucha para que no fueran eliminados esos votos, el comisionado electoral el PPD, Héctor Luis Acevedo, fue arrestado por no acatar el dictamen de Torruella y optar por acatar la decisión del Tribunal Supremo de Puerto Rico.  

Ante ese abuso de poder que indignó al país, Héctor Luis fue liberado y el PPD triunfó en Boston, lográndose una victoria que validó la soberanía del ELA. No es de sorprender que quien en ese tiempo creó un peligroso choque de jurisdicciones y buscó invalidar votos (pudo generar una guerra civil), vea como superfluas unas elecciones.

Merece respeto la opinión del juez Torruella en el legítimo ejercicio de sus derechos. Sin embargo, la perspectiva histórica nos confirma que el ejercicio electoral no es superfluo, que en el poder del voto está el valor de la democracia, que hay que validar la intención del elector, y que el tema de la Junta no es cuestión de status político.

La realidad de la Junta de Control Fiscal surgió por una deuda causada por malas prácticas administrativas, no por el ELA. Pretender culpar al ELA por la crisis económica y buscar la destrucción de tan buen sistema democrático-constitucional en base a manipular ese tema, es tan irracional, como si en un hogar se pretendiese demoler la casa propia que tanto requirió levantar y edificar, por las fallas administrativas del jefe o la jefa de familia.

En el balance justo, hay que ver los tiempos de bonanza con el ELA y las lecciones de esas experiencias para recuperar el buen camino. Voy más allá: El ELA es más que funcionarios de turno y se fortalece con el voto sabio. El ELA tiene validez y vigencia ante cualquier camino. Por ende, reconocer y valorar al ELA es un acto de razón, corazón y afirmación. Estamos en el mejor momento para hacer del perfeccionamiento del ELA, el Gran Proyecto de País. Adelante… Dios ilumine a todos.
                                   
·         Preserva siempre tu voluntad, claridad de entendimiento, sensatez y firmeza de decisión. Esa es tu fuerza…”. –Luis Muñoz Marín




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