miércoles, 7 de diciembre de 2011

Despertemos y avivemos al gigante

Hoy 7 de diciembre de 2011, se cumplen 70 años del infame ataque a Pearl Harbor, en que la traición y el engaño, en vez de derrotar, tuvieron el efecto de despertar al gigante. Existen muchos textos históricos sobre el particular, y en el cine y otros foros se ha abordado el tema. La victoria que se alcanzó tras las grandes batallas y esfuerzos, sigue resonando e inspirando y educando a generaciones.

Hoy es buen día para recordar con especial amor, orgullo y agradecimiento a quienes estuvieron en Pearl Harbor y en la Segunda Guerra Mundial, y a sus familiares; hacer extensiva esa inspiración justa y solidaria a nuestros grandes héroes que son nuestros militares de todos los tiempos.

Es cierto que se desea un mundo sin guerras, pero ante las realidades a enfrentar, procede destacar los valores del patriotismo y el heroísmo.

Nuestros militares son los primeros que por sus heridas y los golpes que trascienden las teorías y controversias, no quieren guerras. Por ende, procede también profundizar en el concepto de la paz que no es solo que no haya guerras, que es más que se logre crecer en la realización de los propósitos de igualdad, progreso y justicia social.

Jesucristo dice en San Juan 10:10 que vino para que tengamos vida en abundancia y en la Biblia, tenemos los relatos de las batalla de fe y de cómo el Dios de los Ejércitos preside en las causas justas y consagradas.

Consagremos las batallas del presente en todos los frentes (militares y no militares). Ahora más que nunca, somos llamados a perseverar. ¡Despertemos y avivemos al gigante en nosotros que es vivir conforme a que se manifieste el Señor en nosotros!

Cuando la tierra prometida parece más distante, renunciar no debe ser opción. No se trata de alentar una fijación o un desorden, sino de contemplar que tiene que tener poder real lo que se dice de que lo imposible para el hombre es posible para Dios.

Se trata de lo que paso a paso, venciendo retos y afirmando la razón de ser de la visión consagrada y/o del solemne pacto (promesa), supere la prueba del tiempo por todo lo que es más. Así, me enfoco en el sueño que me toca y asumo responsabilidades. Dios ilumine a todos. Adelante…  

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