viernes, 9 de diciembre de 2016

El Bono de Navidad y lo cultural en Puerto Rico.

La Ley Núm. 148, del 30 de junio de 1969, según enmendada, que es comúnmente conocida como la Ley del Bono de Navidad, dispone que “el pago del bono que por este capítulo se establece se efectuará no antes del día 1 ni después del 15 de cada mes de diciembre excepto en aquellos casos en que el patrono y sus trabajadores o empleados de mutuo acuerdo convengan en otra fecha”.

En 1969, el gobernador Luis A. Ferré promovió la legislación de Bono de Navidad. En ese cuatrienio, el Presidente del Senado era Rafael Hernández Colón. En el libro “Vientos de cambio” de Hernández Colón, establece lo siguiente:
·         “Se aprobó el  proyecto  del  bono  de Navidad de Ferré y se extendió su beneficio  a los empleados municipales y a los de corporaciones públicas”.
La buena idea de justicia pudo más que cualquier diferencia, por lo que es triste cuando el bono no se concede, o se concede en forma reducida. Reducir o no conceder el Bono de Navidad, no fomenta que el país pueda recuperarse. El tema es reflejo de la crisis actual. Buscar dar el Bono debe ir de la mano con el fin superar la crisis en la base de una sociedad grande por su sentido de Patria Con Progreso Para Todos.

El debate sobre lo salarial e incentivos como el Bono de Navidad, se ata con lo histórico: Una evidencia de esa afirmación está en la emigración que se origina en la búsqueda de mejores salarios, beneficios justos, y oportunidades.  
El debate sobre lo salarial, se ata también con lo cultural: En el país se fomenta el conformismo. Es bueno dar gracias por el sustento o por un bono reducido, y no está mal el pensamiento de “es mejor media libra de pan que ningún pan”, pero cuando se busca manipular eso para nunca dar el máximo de salario y el mejor bono posible, se cae en abuso.

Recuerdo que conocí a alguien que trabajó en Nueva York y destacaba que aprendió mucho de empresarios japoneses y empresarios judíos. Decía:
·         El empresario japonés no coloca a un empleado en una alta posición de primera intención. Esa persona debe trabajar en todos los niveles, desde lo más inferior, para que cuando llegue a lo alto, esté probado, conozca la empresa y desarrolle compromiso. Eso no da espacio al discrimen y al paracaidismo.
·         El empresario judío exige un buen trabajo y paga lo justo. Cree que en la medida que premia al trabajo bien hecho y la productividad, se motiva y se logra más. Eso no da espacio al abuso, a la injusticia y a premiar el ocio.

Con conformismo es difícil que un país alcance sus mayores niveles de desarrollo, y no sirve bien la doctrina de buscar dar lo menos posible a los empleados indistintamente de ganancias. Sin motivación en la fuerza laboral y con éxodo, no se adelanta mucho. Cuando --mediante factores como el mejor salario posible y bono excelente, el real apoyo en casos de necesidad, las más óptimas condiciones de trabajo, y otros que humanizan y dignifican-- el empleado es parte esencial del progreso y crecimiento de la empresa, fomentar compromiso y productividad es más realizable.

En San Juan 10:10, Jesús dice que vino para que tengamos “vida en abundancia”, por lo que educar para progresar, prosperar y tener bendición para bendecir, y aspirar a forjar un Puerto Rico próspero en todo bien, es algo bueno, digno y grande.
En un mundo creado sin fronteras, es bueno que la Isla se nutra de las experiencias que funcionan bien, con el propósito de dar cátedra de desarrollo integral, plena justicia y bienestar en nuestra extensión territorial.




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