jueves, 22 de diciembre de 2016

Puerto Rico necesita el pleno éxito de la Oficina de Primera Dama.

Culminado el proceso político y electoral del 2016, fue muy bueno ver las imágenes de Wilma Pastrana Jiménez de García Padilla y Beatriz Areizaga García de Rosselló –dos damas talentosas, respetables y admirables; confirman que la belleza es tan de Dios como la verdad-- en los pasos de transición de la Oficina de Primera Dama.

Una de las mejores tradiciones de la Isla es la presencia de la Primera Dama en apoyo al Gobernador y la obra social. Por ejemplo, fue grande la labor de doña Inés Mendoza de Muñoz Marín y doña Lila Mayoral de Hernández Colón; inolvidable fue la aportación de doña Lorencita Ramírez de Arellano de Ferré, doña Kate Donnelly de Romero y doña Maga Nevares de Rosselló.  

Ante los complejos problemas y retos del país, la presencia de la Primera Dama, tradicionalmente ha sido de sumo respeto, de vocación y de sensibilización. Ante tan humano rol en el cumplimiento de responsabilidades oficiales y de atención al pueblo, merece ser potenciada y maximizada tan esencial Oficina.    

En reciente entrevista, dijo Beatriz Rosselló: “Mi oficina será el corazón del gobierno, una mano amiga para las organizaciones sin fines de lucro, estará abierta para estas, que puedan llegar a tener sus reuniones allí, que me utilicen para sus actividades”. 

Es cierto que existe la belleza externa con suma belleza interna e inteligencia; y se necesita mucho del Corazón de Mujer para unificar y restaurar a la patria desde la esencia de familia. Que el éxito de la Oficina de la Primera Dama de Puerto Rico confirme que en verdad Dios se creció al crear a la mujer (mucho se necesita de esa dimensión de vocación, fe y amor para edificar heroica y consagradamente). Adelante.

·         “Hay una mujer al principio de todas las grandes cosas.” – Alphonse de Lamartine

·         “Dar gracias al Señor por su designio sobre la vocación y la misión de la mujer en el mundo se convierte en un agradecimiento concreto y directo a las mujeres, a cada mujer, por lo que representan en la vida de la humanidad”. –Juan Pablo II
                                               






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