sábado, 11 de febrero de 2017

No existe muerte sin dolor, pero…

Existe el libreto tradicional y generalizado de que al morir mientras se duerme, no se siente dolor y que por tanto, “es la mejor forma de morir”. Muchos aceptan eso argumentando que les hace sentir mejor ante el dolor por la pérdida, o que no hay otra alternativa porque nadie ha regresado del más allá para relatar cómo fue eso.

Sin embargo, existe el razonamiento lógico y científico de que es inenarrable el dolor al fallecer. Veamos un ejemplo simple y directo:

Si una persona cena y no se da cuenta de que algo le envenenó o le cayó mal al sistema, seguirá su rutina normal hasta el momento de dormir, y de madrugada despierta con un fuerte dolor. Si una indigestión levanta a uno del sueño con dolor, mayor es el dolor que se siente cuando órganos y sistemas van colapsando hasta morir.

Un reportaje fruto de una investigación científica, dice en parte: 
“Los principales síntomas que tienen las personas a punto de fallecer son el deterioro del estado de la conciencia -a pesar de que algunas conservan la lucidez hasta el final-, la disnea o sensación de ahogo, el dolor, la alteración de la ingesta, aunque no se tiene necesidad de comer ni de nutrirse, las alteraciones psicológicas y los cuadros confusionales, y las alteraciones respiratorias”.

En otro reportaje, la ciencia busca descubrir si se siente dolor al morir, mediante el estudio de 10 formas diferentes de fallecer. En todo, el dolor es el gran factor común. La conclusión directa y certera es que NO existe muerte sin dolor.

Decir que al morir mientras se duerme, no se siente dolor y que por tanto, “es la mejor forma de morir”, es una mentira. De cada persona dependerá si sigue mintiendo o si busca aliviar con la verdad. Existe la forma de alentar la fe con la verdad:

Es mejor reconocer que la muerte es dolor, pero se puede comprar con el dolor de parto que trae felicidad. En Juan 16:21 dice: “Cuando la mujer está para dar a luz, tiene aflicción, porque ha llegado su hora; pero cuando da a luz al niño, ya no se acuerda de la angustia, por la alegría de que un niño haya nacido en el mundo”.

La fe dicta que tras un inmenso dolor que no se puede describir en palabras, viene un gozo inmenso que supra el razonamiento humano. No es necesario mentir con el libreto engañoso de la “muerte sin dolor”. La mejor empatía se logra con razón y corazón.  

La muerte y las teorías sobre la “buena muerte” siguen siendo el mayor misterio. ¿Imperan siempre el “tiempo de Dios” y la “voluntad de Dios”? En un mundo en que hay más de 4,000 religiones, es propio buscar trascender y encontrar lo correcto que en verdad edifique a todo el ser. Cuando dejan de funcionar los clichés y los tradicionales libretos memorizados, comienza la verdadera búsqueda del genuino bálsamo y de la verdad. Es en ese nivel que se puede crecer como seres humanos. Que se redefina el tiempo de Dios como cada obra y hazaña que hace presente algo positivamente impactante y revolucionariamente trascendente.

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