domingo, 7 de octubre de 2012

De lo que se trata la elección y más allá...


Es propio ver que en la elección general, no se decide sobre fórmulas de status político, sino sobre la capacidad de dirigir, legislar, administrar y gobernar.

 

También es propio ver que en las primarias se vota por candidatos, y en las elecciones generales se vota por programas (cada partido presenta un programa y un equipo de candidatos comprometido con ese programa y unas bases ideológicas).

 

La democracia se valida con la campaña constructiva de respeto a todos y de consideración a la dignidad e igualdad humana; y se protege con el trabajo electoral de los funcionarios de colegio. Cuando un partido logra la mejor papeleta en las primarias, el voto inteligente es el voto íntegro. Aunque existe el derecho a voto mixto y por candidaturas, es más recomendable contar con equipos completos y excelentes, en especial ante el fracaso del “gobierno compartido”.

 

Porque es sabio fundamentarse en el Señor y no en hombres, veo que procede para líderes, equipos de trabajo y asesores, liderato de base y seguidores, buscar en primer lugar agradar al Altísimo. Buscar agradar al Señor establece lo que sirve bien en el mundo y no cae en hacer desde el altar campañas políticas directas o solapadas. Buscar agradar a Dios confirma que no vale la pena caer en el cainismo por funcionarios de turno (lo que equivale a perderlo todo por un plato de lentejas).

 

Reconozco que tengo mi identificación política, y veo que se puede armonizar el ejercicio de la identificación política con ser cristiano. Algunas formas son:

 

·         Establecer que no me fundamento en hombres, sino en el Señor, y que en todo busco agradar al Altísimo. No le doy rol mesiánico a candidato alguno.

 

·         Recomendar que se lleve a cabo en las congregaciones la dinámica de personas de diferentes ideologías orando y bendiciéndose mutuamente; con el mensaje común de que el Señor es primero y de que hace falta que en toda organización el cristiano haga la diferencia. Es algo que he hecho.

 

·         No favorezco llevar banderas políticas y mensajes partidistas a las congregaciones. Reconozco que hay decepción en el país cuando líderes religiosos se insertan en issues públicos en una forma que tiende a adelantar causas particulares. Favorezco la separación de Iglesia y Estado, en la forma constitucional que no permite el establecimiento de una “iglesia” oficial y propicia edificar con valores cristianos. Veo lo salomónico en fomentar la obra social que une y supera el partidismo y la política.

 

·         Ver que cada insignia es reflejo de la historia de cada partido. En mi caso, me enfoco en los valores fundadores que son más que candidatos de turno.

 

·         En mis mensajes, me enfoco en los méritos de lo que apoyo y no en atacar al adversario. Cuando procede fiscalizar, me enfoco en el funcionario que tiene unas responsabilidades en el cargo electivo, y no ataco a los seguidores, ya que gente buena y decente hay en todas las ideologías.

 

·         Recomiendo que todo cristiano lleve el mensaje cristiano en todo escenario a los líderes que apoye. De esta forma, el saldo para el país es de ganancia. La Biblia confirma que los gobernantes más exitosos y los pueblos más bendecidos, buscan sabia y realmente de Dios, mediante lo que se vive y lo que sirve bien. Cuando un cristiano opta por no participar en lo político, crea un espacio que buscará ocupar quien tiene agendas ajenas a los valores cristianos. En la medida que cada cristiano busque llevar a los candidatos y a los partidos el mensaje cristiano para que se pueda legislar y gobernar sin dar la espalda a lo correcto, y domine un sentido de fe, amor, vocación y consagración en tan intensa y controversial dinámica, el resultado para el país será positivo.

 

·         En la red social, me abstengo de hacer comentarios negativos a lo que otros redactan, y voy más allá: A quienes piensan diferente a mí, les comento a favor en lo que coincidimos, para dar testimonio de que es más lo que une. Otra buena forma es transmitir lo que se recibe en la predicación.

 

·         Las diferencias ideológicas no solo se dan entre partidos diferentes, se dan también dentro de los partidos. En mi caso, hay quienes se sorprenden cuando respaldo a candidatos del partido que no coinciden con mi perspectiva sobre detalles del tema del status político. Mi respuesta es que busco promover que se vean los méritos y el potencial constructivo de las personas. Aspiro a que mi ejemplo eduque a electores y candidatos.

 

Estoy convencido de que se pueden identificar unos puntos guía que permitan establecer que no es incompatible la identificación partidista de la persona, con la búsqueda de una real vivencia cristiana, ya que lo que mejor define a uno es lo que uno vive. Recordemos que por supremo amor, Jesús les confió mucho a los discípulos e instituyó la Iglesia, que no es otra estructura humana; está en toda congregación que sinceramente busca de Él. En la política coinciden múltiples intereses, propósitos, luchas e ideales. Sin embargo, en momentos de crisis mayor, no se recurre a quien está en la función política o gubernamental, sino a quien está en la función espiritual, sacerdotal o pastoral. Por eso es importante orar por quienes asumen esas supremas responsabilidades para que cumplan a cabalidad y no se desvíen del buen camino. 

 

Objetivamente, las Iglesias cumplen una vital función social. Gracias a las Iglesias, la Isla del Cordero no está peor o sin esperanza o remedio, pero ciertamente se debe seguir creciendo, profundizando y maximizando la buena obra. Veo que el llamado cristiano es a restaurar y no a  tergiversar la comunicación con políticos y personas en eminencia por apetitos desmedidos y lo que es contario a lo que agrada al Maestro.

 

El principio constitucional de separación de Iglesia y Estado va dirigido a que no haya una religión oficial, no excluye al liderato y pueblo cristiano de las decisiones fundamentales (al usar la palabra “cristiano” me refiero a todo creyente en Jesucristo, sea católico, evangélico o de cualquier otra denominación). De hecho, nuestra Constitución del ELA comienza en el Preámbulo así: “Nosotros, el pueblo de Puerto Rico, a fin de organizarnos políticamente sobre una base plenamente democrática, promover el bienestar general y asegurar para nosotros y nuestra posteridad el goce cabal de los derechos humanos, puesta nuestra confianza en Dios Todopoderoso…”.

 

Que ante todo, asumamos responsabilidades enfocados en ser bendecidos para bendecir. Dios ilumine a todos en la Isla que es hogar y patrimonio de todos.

 

--Gerardo L. Berríos Martínez

 

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