El Día de Acción de Gracias se
adaptó a la perfección a la cultura puertorriqueña; ya es nuestro porque Dios
creó un mundo sin fronteras y en la Isla del Cordero valen mucho la fe, el amor
y la buena voluntad. El Día de Acción de Gracias es una buena y edificante
tradición que crea formativos recuerdos, enriquece nuestra cultura y abona a
ver lo constructivo que debe imperar todos los días.
Recuerdo que muchas veces he
escuchado las palabras de “dar gracias por lo bueno y por lo malo”. Esas
palabras dadas con humildad y buena voluntad son respetables. Esas palabras
dadas en forma de libreto ritual, mera apariencia o para ocultar otras cosas no
son respetables. En todo caso, se necesita mucho más.
Se necesita valorar las bendiciones
y reconocer lo que requiere cambios y ajustes. Es el mensaje de corazón para vivificar fe, amor y
heroísmo. El Nuevo Paradigma es ser Revolucionarios en los propósitos
forjadores; es el heroísmo que afirma lo bueno y lo digno, identifica y rectifica
injusticias, respeta la diversidad de opiniones y hace valer los méritos de las
personas, reconoce que la fe se define con obras, fomenta equidad, no renuncia
a los sueños bien fundados y a la perseverancia que es razón de vida, sabe que
consagrar todo es amar, genera motivos de gratitud y da vida a la vida.
Somos llamados a buscar ser
bendecidos para bendecir. Todo lo mejor del ser
humano nace y se manifiesta desde la conciencia de que todos somos hijos de
Dios. Dios ilumine a todos en la vida como sabia,
heroica y victoriosa causa de amor.
·
“Maestro, ¿cuál es el gran
mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande
mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De
estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas”.
--Mateo
22:36-40
·
“Reposará en la estepa la equidad, y la justicia morará
en el vergel; el producto de la justicia será la paz, el fruto de la equidad,
una seguridad perpetua”. --Isaías 32:16-17
·
“Así también la
fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y
yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis
obras. Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y
tiemblan. ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? ¿No
fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo
Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que
la fe se perfeccionó por las obras? Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham
creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios.
Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente
por la fe. Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras,
cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino? Porque como el
cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta”.
--Santiago 2: 17-26
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