La Asamblea General de las Naciones
Unidas designó el 10 de diciembre de cada año como el Día de los Derechos
Humanos. Ese día, en 1948, fue firmada la Declaración Universal de los Derechos
Humanos.
En el 2015 adquiere gran vigencia en
tiempos en que el mundo redescubre el pensamiento de Nelson Mandela ante el segundo
aniversario del fallecimiento del destacado líder (dado el 5 de diciembre de
2013).
Cuentan las crónicas de nuestros
abuelos y mayores, que aún ante la escasez, se procuraba que no faltase el
trago del café para el visitante porque la sana, valiente y sana conciencia de
nuestros jíbaros decía: “Todos somos hijos de Dios”.
Con la visión de que “Todos somos
hijos de Dios”, había la capacidad de perdonar y convivir, de maximizar el amor
y encontrar lo que hermana, de compartir y ser solidarios. Es la visión que mejor
vivifica el cristianismo.
En contraste, cuando se busca
fomentar contiendas con teorizar que no todos somos hijos de Dios, se tiende
más a lo negativo que a lo positivo, ya que los estilos de falta de humildad y
de exclusión no vivifican el cristianismo.
Si se quiere hacer un mejor Puerto
Rico, es necesario volver a lo que mejor forjaba y fomentaba la igualdad entre
los seres humanos que habitamos en la Isla, que es el mejor entendimiento de
que “Todos somos hijos de Dios”. Eso es Equidad.
El amor ve que todos
somos hijos de Dios y desde esa perspectiva, se persevera mejor y se agrada al
Creador mediante la inclusión, el buen trato y la ruta unificadora y
constructiva de la paz, la restauración y la verdad en el buen camino.
El odio ve que no todos
somos hijos de Dios y desde esa perspectiva, se justifica la exclusión, el
maltrato, y la ruta equivocada de la pequeña agenda, el violentar derechos, la
manipulación, la intolerancia y la tergiversación que no agrada al Creador.
TODO lo mejor del ser
humano nace y se manifiesta desde la conciencia de que todos somos hijos de
Dios.
Porque Dios emplea los
medios que Él desea para responder y obrar, cada alma que opta por hacer y
sembrar el bien, es instrumento de Dios y canal de bendición. Somos llamados a
sembrar y hacer el bien. Somos llamados a crecer y fructificar en la Equidad
que es buena y agrada a Dios. Sea la vida una causa heroica y victoriosa de
amor.
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