Un pensamiento dice:
“El Gran Propósito En La Vida Es La Hacer Lo Que Se Ama”. Se promueve ese
concepto en el libro “El Secreto del Poder de las Metas” de Andrew Corentt. Con
toda sinceridad, he visto buenos textos de motivación, y también he visto
textos en esa línea que se tornan repetitivos y ajenos a lo específico.
Por eso procede
bendecir, para que toda buena palabra tenga efecto trascendente.
El pensamiento de “El
Gran Propósito En La Vida Es La Hacer Lo Que Se Ama”, suena bien, pero procede
sumarle que hacer lo que se ama requiere sabiduría y unas certezas para estar
en lo que se ama de verdad y no en un resultado de manipulación o en el gusto
de un momento dado que no supere a la prueba del tiempo.
El amor es la mejor
esencia. Hacer lo que se ama supera teorías y libretos; requiere un firme y
consagrado compromiso. Es inherente a honrar la vocación y dignidad en todos
los sentidos; y en la diversidad de retos, pruebas y realidades de múltiples dramas
que requiere mucho más palabras memorizadas, lograr la sincera respuesta de
“eso es directo a mí” para fructificar desde una realidad única.
Hacer lo que se ama es
superarse a uno mismo. Hacer lo que se ama es superar al egoísmo para poder
testimoniar lo que es en verdad una ruta de edificación y crecimiento, y un
real final feliz que es genuino prólogo a más.
Dios nos permita
solucionar asuntos pendientes constrictivamente. Dios dé luz a cada alma que
lea estas palabras para su propia realidad. Dios dé revelación a quien tanto me
inspira y a mi ser, para poder encaminarnos a dedicar grandes testimonios al
Altísimo desde la humildad que une y vivifica. Ante esos propósitos y otros,
demos gracias al Altísimo con la certeza de que se están puliendo los detalles
y forjando nuevas realidades para hacer presente puros pactos. Dios impere en
los nuevos milagros y pasos de fe, en la vida como sabia, heroica y victoriosa
causa de amor.
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“Jesús le dijo: Si puedes creer, al que
cree todo le es posible”. –Marcos 9:23
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