La búsqueda de la imagen perfecta dentro de las realidades humanas en un
mundo imperfecto, ayuda a reconocer que la belleza, la sensualidad, el amor, el
valor, lo poético e inspirador, son de Dios; que el Creador se creció al crear
a la mujer; y que la mayor hermosura comienza en el rostro porque en los ojos
están las ventanas del alma y la boca transmite lo que nace en la conciencia y
el corazón.
Puede
haber belleza con intelecto, valores y talentos. La Palabra lo confirma:
·
El
contenido de Proverbios sobre “la mujer virtuosa” nos recuerda que no procede
olvidar la humildad y la justa capacidad valorativa.
·
El
contenido de Cantares nos recuerda que lo admirable y el cuido y fomento de la sana
autoestima da nuevos niveles al amor y redefine mejor la belleza.
Con justo balance, buscando acentuar y consagrar todo lo mejor, se enriquece
y fructifica la vocación y se logra mucho más.
¡Se Puede lograr el balance perfecto de gran belleza externa con real belleza
interna, que da trascendencia a la existencia y agrada al Creador!
La mujer es belleza y más; por lo que merece sumo respeto. Reconocer a las
mujeres, es reconocer todo lo puro que supera las palabras, que se encarna en
la mujer.
Con esa conciencia, procede comprender que el Señor bendice con belleza con
gran propósito, y da potencialidades únicas a cada alma. Criticar la hermosura
es ir en contra del plan divino, y empañar la hermosura con vanidad es desvirtuar
dones. Se puede perfeccionar mucho en la medida que se desarrolla una nueva y
salomónica conciencia. Adelante en la vida como causa de amor. Dios ilumine a
todos.
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