miércoles, 5 de septiembre de 2012

Que brille la justicia


Ante el asesinato de Carmen Paredes y la acusación a Pablo Casellas:

 

¿Cuántas veces ocupan titulares los casos de personas arrestadas y esposadas (con imágenes que captan la atención y acentúan en el trato unas brechas socio-económicas)? ¿Cuántas veces se estigmatiza a los residentes de ciertas comunidades (olvidando que Jesús es grande por su humildad y habita en los que llama “pequeños”) y se trata de pintar a los que más tienen como de “buena familia” (como si el dinero definiera la calidad humana en vez de la formación en valores dignos, respetables y constructivos)? ¿Cuántas veces hay genuina indignación cuando se dan privilegio y trato especial a unos pocos? En la extensión territorial de Puerto Rico las fallas son más marcadas y por eso, los reclamos de justicia y equidad son mayores.

 

Ciertamente hay pruebas que sensibilizan y cosechas que enseñan a rectificar y crecer; triste de quienes insistan en no crecer, no aprender y seguir en más de lo m ismo. En un país que está harto de engaños y falsas imágenes, de desigualdades e impunidad, de crímenes y tantos otros problemas, ya es hora de correcta acción y soluciones.

 

Ante el caso del asesinato de Paredes, en el debido proceso, que brille la justicia y la igualdad de que “nadie está por encima de la ley”; que no prevalezca o se justifique la impunidad, y que se actúe en tantos otros casos que siguen pendientes.

 

En lo que supera teorías y tecnicismos, oremos por la víctima del cruel e injustificable asesinato, a quien se le violentó el sagrado derecho de la vida, y oremos también por los afectados directa e indirectamente; que al esclarecer el caso y aplicar lo que procede en ley y orden, que se eduque sobre la necesidad de más seguridad, sana convivencia y mejor calidad de vida en el país.

 

En teoría, el caso debe llevar a abrir ojos y jamaquear conciencias, para comprender que el crimen impacta en todos los niveles socio-económicos y que tal realidad requiere un nuevo nivel de conciencia y acción, pero la vida no es justa y se seguirán fomentando desigualdades y estereotipos. ¿Qué espera el Señor, el Altísimo, el Resucitado, de cada uno y de todos?

 

Que los principios cristianos de Ley de Siembra y Cosecha y de considerar al ser humano más por lo que es que por posiciones y posesiones, adquieran mayor relevancia en la Isla del Cordero.

 

Que brille un sabio y maduro nivel de conciencia en que haya justicia en todo caso indistintamente del nivel socio-económico de sus protagonistas, y se ponga freno a los dramas de intolerancia, violencia y discrimen (incluso en lo que no implica asesinato y no se ve como “crimen”, pero que son en esencia delitos que en demasiados casos ocurren en lo cotidiano como si fuera algo normal), que en realidad representan flagelar otra vez al Maestro y Príncipe de Paz. Dios ilumine a todos para crecer de verdad.

 

“Si sabéis que Él es justo, sabéis también que todo el que hace justicia es nacido de Él”. –1 Juan 2:29
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario