jueves, 23 de junio de 2016

Buscar ley y orden, no es persecución en contra de la Iglesia.

Dice en 1 Timoteo 5:18: “Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de su salario”. No encuentro en esa cita bíblica, parte alguna que establezca que sea lícito buscar el lucro desmedido o evadir la responsabilidad contributiva. Por ende, buscar ley y orden, no es persecución.

Es lo justo (y tiene base bíblica) que a quien más se le da más se le exige, máxime desde lo más consagrado. Por consiguiente, el liderato religioso debe dar mayor ejemplo de cumplir con los deberes civiles y contributivos, y no desviar lo religioso hacia el propósito de alimentar apetitos desmedidos a costa de otros. Voy más allá: Hay que poner fin a los engaños que se atan con pedir siembras financieras. Veamos:

En el documento “Estudios Comparados de Códigos Penales - Parte General y Especial”, la doctora Dora Nevares Muñiz dice:
·         ”El Código Penal de Puerto Rico vigente define el término fraudulentamente como todo ‘acto cometido mediante ardid, simulación, trama, treta o mediante cualquier forma de engaño’.”
              
En lo comparativo con Códigos Modelos y Anteproyectos, dice:
·         “Dentro del Capítulo IV, el cual trata del enriquecimiento injusto abusando de la confianza o de la necesidad ajena, hay una sección dedicada a la usura. A diferencia de Puerto Rico, sanciona explícitamente al que se aproveche del estado de necesidad de una persona y se hiciere dar o prometer intereses mayores a los establecidos legalmente”.
La lógica dicta que se necesita ampliar y especificar en el Código Penal de la Isla.
                                        
En Puerto Rico, generan debates y controversias los casos en que:
·         Se piden siembras financieras a las congregaciones para proyectos que no se cumplen ni desarrollan.
·         Se busca un enriquecimiento personal cuestionable a base de las siembras financieras de los creyentes.
·         Se abusa del concepto bíblico de que hay diversas clases de ofrenda, para sacar el máximo posible de cada bolsillo.
·         Se obtienen siembras financieras en base a expectativas y promesas que no se cumplen y luego se despacha tratando de culpar a quien siembra.

Es cierto que la pobreza no es elemento que acerque más a Dios, y que Jesús dice claramente que vino para que tengamos vida en abundancia (Ver San Juan 10:10). Sin embargo, eso no justifica el olvidar el deber de ser sensibles (con mano amiga) hacia los pobres y el tergiversar principios para buscar alimentar apetitos desmedidos.

Se necesitan crecientes testimonios de prosperidad con sana conciencia para hacer y sembrar el bien. Pero se necesitan también acciones para frenar lo que pueda caer en corrupción. Que no se argumente que fueron “siembras voluntarias”, ya que cuando median argumentos y estrategias manipuladoras, no hay libertad.

Más allá de lo implícito o explícito en las leyes, o de lo que pueda ser materia de legislación, ciertamente se necesita que quienes explotan lo de utilizar causas justas y santas para engaño y lucro personal, NO escapen del brazo de la justicia.
                                      
Más allá de remedios legales y judiciales, a cada creyente le toca ser sabio a la hora de congregarse y sembrar. Nada justifica decir “amén” a lo que no es bueno y santo. Lo que es de Dios infunde paz integral. Que haya pleno apoyo a quienes cumplen bien. Que las iglesias den ejemplo de lo correcto. Que no haya impunidad en lo que se desvía y daña. Que la efectiva aplicación de la justicia divina, comience en este mundo.
                   
·         “Reposará en la estepa la equidad, y la justicia morará en el vergel; el producto de la justicia será la paz, el fruto de la equidad, una seguridad perpetua”. --Isaías 32:16-17

·         “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.
Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?
Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos.
No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos.
Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego.
Así que, por sus frutos los conoceréis.” --San Mateo 7:15-20


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