sábado, 15 de diciembre de 2012

Vivamos y entonces oremos…


En este mundo, no hay persona ni lugar exento de pruebas y dolores. Dice Jesús: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”. –San Juan 16:33

 

Al orar ante la tragedia criminal y las muertes sin sentido de inocentes en Connecticut, recordemos que para hacer un nuevo mundo, la tarea comienza en cada alma, cada familia y cada comunidad. Requiere mucho más que libretos y ceremonias.

 

No nos conformemos con la solidaridad lejana y no busquemos ser solidarios solo con quien comparta con uno unas ideas y/o unos orígenes. Recordemos que todos habitamos el mismo planeta y hasta los más equivocados tienen derecho al Damasco.

 

Requiere que perseveremos con fe, amor, valor y honor. Requiere que busquemos ser parte de la soluciones. Requiere que busquemos ser mejores seres humanos en nuestros dramas y escenarios. Requiere que superemos el odio y el fanatismo.

 

Requiere que toda persona en posición de autoridad, busque dar buen ejemplo. Requiere que la dinámica política y gubernamental procure un país de crecimiento y progreso integral. Requiere que la dinámica religiosa promueva consagración real.

 

Requiere que busquemos educar y forjar con sabiduría y tomar heroicamente acciones efectivas en contra del “bullying” y el “moobing”, en contra de abusos e injusticias y a favor de la vivencia que agrada a Dios y no da espacio al crimen y la violencia.

 

Busquemos  vivir y dar paz; Con la fe, conciencia y corazón que supera palabras... Con esa perspectiva de que nos defina lo que vivamos para dar vida a la vida, oremos…
 
 

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