Si especiales son los recuerdos de mi Ponce High, también tienen sumo
significado mis días en la escuela elemental, en la Ramiro Colón Colón.
Muchos de los que comenzamos en esa escuela, llegamos hasta la Ponce High.
El árbol en el patio, es fiel testigo de tantos juegos infantiles, procesos
formativos y afanes en la vocación de amor de educadores, padres y personal
escolar.
Recuerdo la magia de las grandes series
de televisión (como “Batman”, “The Six Million Dollar Man”, “The Bionic Woman”,
“Wonder Woman”, “Planet of the Apes”, “CHIPS” y otras) y de las producciones de
Chespirito en aquellos días de infancia, tan determinantes en la formación de
la persona. Eso no rivalizaba con las producciones locales; había espacio para
todos. Aunque en el paso del tiempo detalles se van olvidando, recuerdo que
eran días en que al día siguiente de los episodios, el patio escolar se
convertía en taller de imaginación e interesantes conversaciones. Los juegos de
los niños prolongaban y maximizaban lo visto en la pantalla chica. Cada uno de
los personajes adquiría nueva vida y alcances bajo un gran árbol en ese patio.
Eran días en que los niños se
levantaban bien temprano los sábados y domingo para ver los dibujos animados en
la televisión; pero qué difícil era para la mayoría de los niños levantarse
temprano para ir a la escuela…
Siempre recuerdo
la alegría con que recibimos dos libros que nos obsequiaron cierto día de 1974,
siendo el doctor Ramón A. Cruz, secretario de Instrucción Pública (hoy llamado
Departamento de Educación de Puerto Rico):
·
“Cuentos para ti”
·
“Mi primer libro de versos”
En la
“Dedicatoria” del libro de cuentos, dice:
·
“Una biblioteca es un sitio acogedor donde guardamos
unos libros que queremos mucho. Ellos nos devuelven todo el cariño que les
brindamos. Nos regalan la belleza de los sentimientos que guardan en sus
páginas.
El Departamento de Instrucción desea que tú empieces a
formar tu propia biblioteca en tu hogar. Poco a poco puedes tener tus libros”.
En la
“Dedicatoria” del libro de veros, dice:
·
“Esta vez el Departamento de Instrucción Pública pone
en tus manos un libro de versos. Se titula Mi primer libro de versos. Es tuyo.
Es un regalo de ritmo, de belleza, de bondad, sus páginas recogen una sonrisa,
una palabra de cariño, un mimo de una rosa, un susurro de la brisa, un rayo de
sol, una gota de agua”.
El doctor Cruz
es natural de Barranquitas y dirigió el Departamento con sumo respeto y
dedicación. Se le recuerda como estudiante positivista y callado con
inquietudes de poeta. No es casualidad que su honestidad, laboriosidad,
entendimiento, sensibilidad y sobre todo vocación, armonizaran con tan noble
proyecto de los libros infantiles.
Aún siendo
infantiles, esos libros contenían profundas enseñanzas y eran un buen taller
para promover a los escritores y artistas del país. La literatura infantil
tiene gran importancia en la formación de los niños, por lo que se puede ver
como una zapata en el intelecto del ser humano.
Recuerdo que
en clase fueron leídos todos los versos y cuentos. Hoy reconozco que fui
afortunado al contar con maestras comprometidas con la visión que buscaba
fomentar en los niños la lectura, el pensamiento profundo y el aprecio a los
libros.
Ante ese
punto, tiene relevancia hacer un paréntesis para recordar palabras del entonces
gobernador Rafael Hernández Colón, en el mensaje de estado pronunciado el 29 de
enero de 1976:
·
“Para servirle bien al desarrollo del puertorriqueño,
nuestro sistema educativo deberá fortalecer sus esfuerzos para mejorar la
calidad de su enseñanza, coordinar ésta con los requisitos de los empleos
existentes o por crearse en la economía de Puerto Rico; y a la vez transmitir
el buen saber que permita al puertorriqueño interpretar su existencia a la luz
de los valores trascendentes que le dan sentido y propósito a la vida. Sin ese
saber, no puede haber ni verdadera educación, ni verdadero desarrollo, ni
verdadera civilización”.
Hoy veo que
indudablemente, fue esencial para fomentar ese buen saber y esos valores
trascedentes, la iniciativa de dar libros a los niños.
Lo más que
recuerdo de aquellos días en escuela elemental, era cuando se analizaban las
enseñanzas de los versos y cuentos. Las manos de los niños para lograr
contestar y participar, parecían querer tocar el cielo. No hay palabras para
describir en todos sus alcances, las imágenes de los niños mostrándole a sus
padres, eso nuevo que le dieron en la escuela.
Cuando navego
en las redes sociales de internet, o comparto con quienes saludo en la calle,
descubro a aquellos niños que hoy son hombres y mujeres de provecho, que
ciertamente son parte del legado educativo de la administración y el esmero en
el salón de clase, que sembraron esa buena semilla. Son los frutos del buen
saber que en la sumatoria, se incluye aquellos dos libros que abrieron cauces
al pensamiento productivo y la imaginación luminosa.
El día de la graduación en ese patio
escolar, el poema de “Adiós a la escuela” que muy bien pronunció el más
brillante estudiante de la Clase, Juan Carlos Velázquez Pola, nos colocaba en
el umbral de nuevas etapas y pasos evolutivos, y las lágrimas eran como rocío.
Dice el poema:
“Ha llegado el momento de dejarte,
nuestra labor del año está cumplida
somos el escuadrón blanco que parte,
con la nostalgia de la despedida.
Patio con Sol que nunca olvidaremos
aulas donde aprendimos tantas cosas,
pedacito de cielo que aún te vemos
por la ventana abierta entre las rosas.
Ya no vendremos mas a tu llamado
vieja campana de color ceniza
ni escribiremos en el encerado
con la barrita blanca de la tiza.
Queda entre tus paredes nuestra infancia
el primer goce y el primer quebranto,
la amistad, esa flor de tolerancia
y las maestras que quisimos tanto.
¡ADIOS ESCUELA!
Con el alma henchida de gratitud
la caravana parte
nuestro blanco escuadrón
hará en la vida más de un alto
tal vez, para venerarte.
Ha llegado el momento de dejarte
nuestra labor del año está cumplida
somos el escuadrón blanco que parte
con la nostalgia de la despedida”.
Al
graduarme en mayo de 1985 en Ponce High, nuevamente la historia se escribió
desde el patio escolar. Es una gran lección hecha por el Creador y la
conciencia, de que mucho de lo celebrado en el nivel superior comenzó en el
nivel elemental.
De
hecho, fueron tan especiales esos días de la niñez, que mucho me gustaría que se
creara la cultura de reencuentros de Clases de escuela elemental. Sigamos
creciendo y fructificando con la fe, energía y magia de los mejores inicios.
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