Fe con poder no es no tener
debilidades y caídas, es tener capacidad para levantarnos y fuerza para no
renunciar al amor y a las grandes causas. Adelante…
La
base bíblica de los capítulos completos de Juan 14, 15, 16 y 17, nos presentan
el Gran Mensaje de Jesús de sabiduría, poder y aliento a los apóstoles antes de
la pasión y muerte, y a las futuras generaciones. Veamos unos detalles:
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En Juan 14 se establece
que Jesús es el camino al Padre, y la promesa del Espíritu Santo. En Juan
14:10-14 se transmite PODER: “¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en
mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que
el Padre que mora en mí, él hace las obras. Creedme que yo soy en el Padre, y
el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras. De cierto, de
cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también;
y aun mayores hará, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidiereis al Padre en
mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo
pidiereis en mi nombre, yo lo haré”.
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En Juan 15 se establecen
realidades ante las que hay que desarrollar fe con fortaleza. En Juan 15:20
dice: “Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su
señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han
guardado mi palabra, también guardarán la vuestra”.
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En Juan 16 se afirma que
ante realidades, habrá la obra del Espíritu y victorias. En Juan 16:33 afirma: “Estas
cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción;
pero confiad, yo he vencido al mundo”.
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En Juan 17 pronuncia la
Gran Oración por los discípulos presentes en ese momento, y por las futuras
generaciones. En Juan 17:20-23 bendice, con sentido de amor, sabiduría y
equidad, así: “Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han
de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh
Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el
mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que
sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean
perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los
has amado a ellos como también a mí me has amado”.
¡Hay
esperanza para todos los tiempos! En cada alma hay la capacidad para renacer
y reverdecer; para buscar superar heridas y marcas, tal como luego de la
Resurrección las marcas de la flagelación no son más que lo glorioso. Si se
acepta que uno solo tiene control de los actos de uno mismo, optemos por los
pasos y ajustes presididos por el Señor. ¡Que den luz los nuevos testimonios
victoriosos! ¡Adelante!
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"El ladrón no viene
sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para
que la tengan en abundancia". --Juan 10:10
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