En Sábado Santo, se
reflexiona tradicionalmente sobre la espera de la
Resurrección. En la vigilia se incluir en la Palabra, el contenido de Isaías
54:5-14:
·
“El que te hizo te tomará
por esposa; su nombre es Señor de los ejércitos.
Tu redentor es el Santo de
Israel, se llama Dios de toda la tierra.
Como a mujer abandonada y
abatida te vuelve a llamar el Señor;
como a esposa de juventud,
repudiada -dice tu Dios-.
Por un instante te
abandoné, pero con gran cariño te reuniré.
En un arrebato de ira te
escondí un instante mi rostro,
pero con misericordia
eterna te quiero -dice el Señor, tu redentor-.
Me sucede como en tiempo
de Noé:
juré que las aguas del
diluvio no volverían a cubrir la tierra;
así juro no airarme contra
ti ni amenazarte.
Aunque se retiren los
montes y vacilen las colinas,
no se retirará de ti mi
misericordia, ni mi alianza de paz vacilará -dice el Señor, que te quiere-.
¡Oh afligida, zarandeada,
desconsolada!
Mira, yo mismo coloco tus
piedras sobre azabaches, tus cimientos sobre zafiros;
te pondré almenas de rubí,
y puertas de esmeralda, y muralla de piedras preciosas.
Tus hijos serán discípulos
del Señor, tendrán gran paz tus hijos.
Tendrás firme asiento en
la justicia.
Estarás lejos de la
opresión, y no tendrás que temer;
y lejos del terror, que no
se te acercará”.
En
ese tiempo de espera, ¿cuántos habrán buscado provocar, burlarse y debilitar
con palabras en la línea de que todo se había perdido y lo más anhelado jamás
llegaría? Lo mismo ocurre a quienes perseveramos en pos de un gran y consagrado
sueño. Jesús confirma que hay esperanza y suprema obra del Señor en los
silencios…
En cada alma hay la capacidad para
ser genuino y para buscar superar heridas y marcas, tal como luego de la
Resurrección las marcas de la flagelación no son más que lo glorioso. Si se
acepta que uno solo tiene control de los actos de uno mismo, optemos por los
pasos y ajustes presididos por el Señor.
Ante eso, grande es el rol de
quienes están ante las congregaciones. Cuando
surge el estilo más agresivo desde ciertos religiosos en vez de desde lo
político, y más expresiones cristianas y humanitarias desde lo que no es
religioso, se confirma que vivimos tiempos atípicos. Cuando al día de hoy se da
exclusión, duda y suspicacia hacia quien se expresa a favor de la equidad y de
que todos somos hijos de Dios, se confirma que hay mucho que educar y revelar.
Se confirma que Dios emplea los medios que Él desea para responder, obrar y
edificar.
Eso de
vivir tiempos atípicos, se puede tomar en lo positivo para buscar mejores
formas de ver y hacer las cosas. Se
confirma que se ha fallado cuando no se ha dicho la verdad a las congregaciones
y al país. Siento empatía hacia los maltratados por no decir “Amén” a ciertos
estilos y mensajes; hacia quienes no han tenido otra opción que dejar roles
ministeriales, o incluso no congregarse o asistir solo el domingo.
Afortunadamente no todo el liderato
religioso falla. Es importante la oración para que quienes estén ante las
congregaciones, NO se dañen, NO dañen y fomenten la plena abundancia de todos
en línea con la Palabra y la sana doctrina cristiana. Es importante la oración
para que todo el que mire hacia lo alto en estos días, reciba su toque especial
y trascendente porque amar es ver lo que se puede ser más que lo que se es o se
aparenta ser. ¡Demos en la medida que deseamos recibir, haciendo todo día santo
ante el Señor que no está muerto, está Vivo y con Poder!
En tiempos retadores y atípicos,
que no sea una Semana Santa más. Que en esos días se superen los libretos y los
clichés. Que pasados esos días, nuevas formas de ver, pensar y obrar hablen de
cómo permitir y propiciar la acción divina en todo el ser.
Se habla de reflexión y
conversión, pero en realidad eso es un proceso constante y no de solo un
momento dado. Se habla de retiros y actividades, pero si se opta por las
demasiadas palabras o el factor elitista en vez del silencio para que el
testimonio de cambio hable, se daña, se pierde la obra en el interior y se
desperdicia el tiempo.
Bendigo a quienes se congregan
para que transmitan vivencia cristiana con amor y poder constructivo. Bendigo a
quienes no se congregan para que en donde estén tengan su encuentro divino y
logren la vivencia cristiana con amor y poder constructivo. Dios
ilumine a todos.
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