Puede
activar la imaginación, pero el auge del tema “zombie” (como en la serie “The
Walking Dead”) y el enfoque de “World War Z” (en vez de presentar la forma
tradicional de hordas de seres que se devoran a los vivientes hasta dejar el
hueso, presenta unos zombies que muerden y contagian), abonan
a llevar a preguntar si hay algo que los gobiernos saben y los ciudadanos no, y
se va preparando a la ciudadanía para enfrentar una inimaginable crisis mayor
(como efectos de la contaminación, mutaciones, nuevas enfermedades, guerra
bacteriológica o más).
Puede
activar la lógica y llevar a reconocer cómo los publicistas buscan sacar provecho
de lo que capta la atención de la audiencia, para transmitir un mensaje que
demasiadas personas ignorar o toman livianamente.
El
tema “zombie” confirma que no hay casualidades, sino causalidades. En todo
caso, la realidad es que zombies, o muertos vivientes, ya existen. Los tenemos
en quienes se consumen en vicios, en quienes buscan escapes de la realidad, en
quienes han perdido la fe y los deseos de vivir, en fin, en quienes apagan su
luz.
Surge en
ese contexto, el tema de la droga “zombie”, llamada así por el nivel de
deterioro que ocasiona en el cuerpo. ¿Pero en qué medida se le puede llamar así
a otros factores que deterioran como el alcoholismo y tantas otras adicciones y
males que se originan en mentes enfermas? ¿En qué medida hay mayores deterioros
en el alma de quienes se dejan dominar por odios, intolerancia, apetitos
desmedidos, personalismos y fanatismos que en las manifestaciones de violencia,
nada tienen que envidiar al descontrol y la violencia de las hordas de “World
War Z”?
Somos
llamados a redescubrir los motivos de vida y perseverancia. Somos llamados a
estar en constante renovación y restauración. Busquemos vivir los testimonios de
paz, armonía, equidad y soluciones salomónicas, que edifican a uno mismo y a
los demás. Consagremos la existencia que es oportunidad única para amar, crecer
y fructificar. Dios ilumine a todos.
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