Hoy 11 de
octubre de 2013, no puedo dejar pasar un momento más sin recordar que el 9 de
octubre, se cumplieron 2 años del fallecimiento de Ramón “Chin” Cordero
Santiago. Por su trayectoria y forma de ser, herencia, perspectiva, y los
detalles que le distinguieron, Chin merece respeto ante el recuerdo de su
partida hacia la eternidad.
Pude
conocer a Chin en la campaña primarista del 2008 que enalteció los valores y la
dignidad; y ser solidarios como secuela de esa lucha que requirió trascender,
en una gesta fundadora ponceña para la elección general de ese año que dejó
lecciones y potencialidades para las generaciones.
Chin me
confirmaba lo que deseaba su hermano Rafael “Churumba” Cordero Santiago para la
ruta visionaria y de pueblo señorial. Como cuestión de conciencia, veo que
procede coincidir todos en ese cauce fundado por Luis Muñoz Marín y defendido
por grandes como Churumba y Luis A. “Wito” Morales.
Recuerdo
y atesoro de Chin su saludo cordial, serena firmeza en sus convicciones, y la
forma en que enlazaba sus relatos de crianza, con el deseo de educar con
vocación. En verdad deseaba para el Ponce y Puerto Rico de hoy, soluciones a la
altura de los nuevos tiempos, sin olvidar la ruta y huella histórica. En eso
hay patriotismo.
El
patriotismo no es sólo del procerato, de nombres exaltados o ampliamente
reconocidos, o de quienes asumen posiciones en el liderato político y gubernamental.
El patriotismo es amor que corre en las venas como las aguas de nuestros ríos
que dan vida. El patriotismo se vivifica en toda gran inspiración y toda buena
obra con sabiduría, conciencia y corazón en acción. El patriotismo palpita en
las esencias de nuestras familias, en los perseverantes en el bien, en las
almas que abren caminos, en quienes que superan soledades y contagian con nueva
luz potenciadora, en las conciencias que no dejan de creer, sembrar y obrar
para fructificar.
El
patriotismo sabe perseverar con prudencia y dar batallas sabiamente, enseñar
desde la acción comunitaria, jamaquear con amor y humildad, y reconocer que el
bien agrada al Señor.
Chin y
este servidor tuvimos puntos de convergencia y divergencia. Probablemente Chin
no comprendió a cabalidad todos los motivos de mis decisiones políticas, pero
ciertamente las respetó porque coincidimos en buscar dar y hacer todo lo mejor
posible desde la más firme convicción de bien. Doy gracias a Dios. Demos
gracias a Dios por la semilla sembrada; que sea cultivada y abonada para que
los frutos sean a la altura de lo que honra al Creador.
Unos
podrán desear el descanso eterno de Chin con sinceridad; otros harán mejor si
guardan silencio para no caer en la imagen que empaña y ofende; todos podemos
armonizar en el propósito de recordar las palabras y los esfuerzos en pos de
una mejor civilización, con el fin de que cada día sea para cada cual en su
rol, un taller para adelantar las buenas causas.
Recuerdo
que cerca de las elecciones del 2008, este servidor tenía una foto de su
difunto hermano, el siempre recordado “león mayor” y alcalde Churumba, y me
dijo Chin que por él (Churumba) lo hacía. Siempre recordaré la mirada de Chin
Cordero en ese instante.
Fue una
expresión de buen hermano y de hombre consciente (por fe, se ora creyendo, y se
alimenta la visión de que Dios permite el encuentro de las almas de Chin y
Churumba). Fue una expresión que enseña a inspirarnos en los forjadores, pero
podemos aspirar a más: Podemos perfeccionar esa expresión, afirmando la fe y la
perseverancia por el Supremo Origen del amor, el valor, el honor, la verdad y
la vida.
Chin
Cordero, como todo hombre con virtudes y defectos, supo dar la cátedra de
valentía que le eleva al nivel de los grandes de verdad. ¡Aspiremos a ser
valientes y humildes, real y consagradamente, para que lo que vivamos sea lo
que mejor nos defina; dando vida a la vida! Deseo paz al alma de Ramón “Chin”
Cordero Santiago, que se inspiró con puro corazón. Esté con el Señor y haya paz
para sus familiares y amistades.
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