Las campañas para promocionar al país trascienden
diferencias y funcionarios de turno, ya que nadie gana al son del caos en que
la patria pierda el atractivo de inversión y por ende, no progrese ni prospere.
¿Quién en su sano juicio puede pensar que se adelantar algo al son de hacer daño
y estancar? La política del caos no es buena. El issue del viaje del niño del
comercial con su familia a Estados Unidos, confirma que se necesita promover la
completa restauración de Puerto Rico, con plena conciencia sobre complejas
realidades. Todos podemos coincidir en que un Puerto Rico sólido es el mejor
aliado de Estados Unidos y hacia eso, hay que obrar.
Es muy bueno y acertado el lema de Puerto rico la isla estrella. No es lo
mismo tergiversar el símbolo de la estrella para causas y rumbos ajenos a las
esencias y real bienestar del país, que afirmar su mejor significado para
destacar todo lo positivo de la puertorriqueñidad. ¡Bravo por Puerto Rico, La
Isla Estrella!
Solo los confundidos y quienes no confían en sí mismos y
en el pueblo, pueden darse a la tarea de buscar atacar y ridiculizar el
propósito de elevar la autoestima del país.
Voy más allá: ¿Debe darse la patria y en cada alma que
aquí habita, un renacer análogo con el nacimiento de una estrella? Para
entender esta pregunta, veamos cómo Wikipedia define a una estrella:
·
“En un sentido
general, puede afirmarse que una estrella es todo objeto astronómico que brilla
con luz propia. En términos más técnicos y precisos, podría decirse que se
trata de una esfera de plasma que mantiene su forma gracias a un equilibrio de
fuerzas denominado equilibrio hidrostático. El equilibrio se produce
esencialmente entre la fuerza de gravedad, que empuja la materia hacia el
centro de la estrella…”.
En pocas palabras, si una estrella nace de unas nubes de
gas, llamadas nebulosas, en un material se condensa y se une hasta formar la
estrella, entonces somos llamados a hacer de la sumatoria de nuestra vida
individual y colectiva, la materia prima para renacer. Es así que, porque uno
solo tiene control de los actos de uno mismo, comienza la nueva era de uno
mismo y de ahí, se va generando la era análoga a la constelación de nuevas
estrellas.
Para no caer en teoría repetitiva o demasiado elevada, o
un mero libreto, me atrevo a plantear lo siguiente: ¿Cuántos pensarán que en su
drama personal es imposible una nueva era, que no vale la pena seguir luchando,
que no pueden hacer la diferencia o que es imposible llegar a donde se proponen
llegar?
Todos compartimos la misma realidad humana. Así, cada milagro
que se pueda recordar hoy, tiene que confirmar que NO es imposible ser parte de
nuevos y más milagros. Cada lágrima genuina y pura, debe mover a lograr
comenzar cambios. Cada persona que busca asumir bien su responsabilidad y
agradar a Dios, debe ser motivo de aliento a la acción de bendecir para ser
parte de una cadena de crecimiento integral y sabia edificación. Cada ejemplo
que llegue al pensamiento con buena voluntad y perseverancia, nos tiene que
confirmar que NO es imposible rescatar el verdadero amor con poder que es capaz
de mucho por la fuerza que viene de adentro.
Que el factor común pueda ser la prudencia y un nuevo
nivel de conciencia, en que los nuevos días a partir de hoy, no sean de un más
de lo mismo que nada bueno aporta, sino de una Revolución Diaria que desde cada
vida y su drama, vaya forjando los trazos de perfeccionamiento en el gran
cuadro de la creación.
¿Estamos en una nueva era? ¿Somos capaces de dar gracias
por lo logrado, perseverar humilde y valientemente con un amor real y fe bien
fundada por lo aún no logrado, y de la acción de mutua bendición para edificar,
hacer patria y derribar muros de indiferencia, ignorancia, violencia, soberbia
y envidia? Dios ilumine a todos y en la nueva ruta ascendente, ¡Bravo por
Puerto Rico, La Isla Estrella!
–Gerardo L. Berríos Martínez
·
“En Puerto Rico,
hay quienes gozan distorsionando la realidad difundiéndola con vestido de mala
nueva. Predican la crisis, fomentan la controversia, y hacen todo lo que está a
su alcance para intentar contagiar al país con el virus del pesimismo y la
derrota. Son los que quieren destrozar la moral de este pueblo y tenerlo listo
para su entrega total.
Hay
quienes, deseosos de destruir nuestra confianza en nosotros mismos, de arrasar
nuestras señas de identidad, presentan día por día un espejo a nuestro pueblo,
donde el pueblo se mira y no se reconoce, ni en su ser, ni en sus valores, ni
en su vida sosegada y creadora.
Este
pueblo tiene que empezar a enseñarle, a los que lo quieren manipular, que sus
valores nacen de los orígenes mismos de su ser. Este pueblo tiene que empezar a
buscarse por dentro, a reconocerse con orgullo, a exigir ser respetado como es.
Pero, para eso, lo primero que tiene que hacer es levantarse y mirarse en un
espejo nuevo y cristalino... En el espejo generoso de sus señas de identidad...
Y vamos a
llegar lejos. Yo quiero ver el espíritu de este pueblo henchirse como velas
náuticas con vientos de bonanza. Yo quiero ver un pueblo lanzarse a los límites
de sus posibilidades sin amarras, a correrse la aventura del destino. Y no son
sueños de grandeza, ni nacionalismos trasnochados, sino proyección de realidad
de un pueblo que ha dado un Rafael Hernández, universal en su género; a un Eugenio
María de Mostos; un Roberto Clemente; un Teodoro Moscoso; un Luis Muñoz Marín,
gigante en la política en cualquier parte de la tierra; unos financieros,
ingenieros, médicos de primera categoría, unos trabajadores y trabajadoras que
producen marcapasos de uso mundial, o los componentes electrónicos de las computadoras,
o las medicinas de avanzada que se utilizan en todos los países.
Aquí hay
poder y ese poder viene de dentro, para hacer futuro como nosotros lo queremos.
No un futuro que vamos a copiar de otros, sino el futuro de una familia grande
que confronta unida los problemas del desarrollo y la modernidad conforme a sus
valores cristianos y al sentir de esta tierra nuestra.
Hablo de
un pueblo que con la fuerza de su espíritu emerge, se afirma, que, como decía
De Diego, bate como el mar contra la roca, y embiste como el toro; un pueblo
que se supera y crece frente a toda adversidad.
Grande en
su espíritu, solidario en su propósito, fiel a sí mismo, a las esencias del
Collores de Llorens, de las riberas de Muñoz, del nombre al pensamiento grato
de Gautier, del Gran Rio de Julia de Burgos.
Ese es el
Puerto Rico que quiero ver. Confiado en sí mismo, ilimitado en su horizonte,
respetuoso de otros, de igual a igual con sus conciudadanos de Estados Unidos
de América, decidido a crearse un futuro que sea hijo de sus esencias, de su
identidad y su cultura.”. –Rafael Hernández Colón
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