miércoles, 4 de septiembre de 2013

Ante el issue del niño en comercial: ¡Bravo por Puerto Rico, La Isla Estrella!


Las campañas para promocionar al país trascienden diferencias y funcionarios de turno, ya que nadie gana al son del caos en que la patria pierda el atractivo de inversión y por ende, no progrese ni prospere. ¿Quién en su sano juicio puede pensar que se adelantar algo al son de hacer daño y estancar? La política del caos no es buena. El issue del viaje del niño del comercial con su familia a Estados Unidos, confirma que se necesita promover la completa restauración de Puerto Rico, con plena conciencia sobre complejas realidades. Todos podemos coincidir en que un Puerto Rico sólido es el mejor aliado de Estados Unidos y hacia eso, hay que obrar.

 

Es muy bueno y acertado el lema de Puerto rico la isla estrella. No es lo mismo tergiversar el símbolo de la estrella para causas y rumbos ajenos a las esencias y real bienestar del país, que afirmar su mejor significado para destacar todo lo positivo de la puertorriqueñidad. ¡Bravo por Puerto Rico, La Isla Estrella!  

            

Solo los confundidos y quienes no confían en sí mismos y en el pueblo, pueden darse a la tarea de buscar atacar y ridiculizar el propósito de elevar la autoestima del país.

                          

Voy más allá: ¿Debe darse la patria y en cada alma que aquí habita, un renacer análogo con el nacimiento de una estrella? Para entender esta pregunta, veamos cómo Wikipedia define a una estrella:

 

·         “En un sentido general, puede afirmarse que una estrella es todo objeto astronómico que brilla con luz propia. En términos más técnicos y precisos, podría decirse que se trata de una esfera de plasma que mantiene su forma gracias a un equilibrio de fuerzas denominado equilibrio hidrostático. El equilibrio se produce esencialmente entre la fuerza de gravedad, que empuja la materia hacia el centro de la estrella…”.

 

En pocas palabras, si una estrella nace de unas nubes de gas, llamadas nebulosas, en un material se condensa y se une hasta formar la estrella, entonces somos llamados a hacer de la sumatoria de nuestra vida individual y colectiva, la materia prima para renacer. Es así que, porque uno solo tiene control de los actos de uno mismo, comienza la nueva era de uno mismo y de ahí, se va generando la era análoga a la constelación de nuevas estrellas.

 

Para no caer en teoría repetitiva o demasiado elevada, o un mero libreto, me atrevo a plantear lo siguiente: ¿Cuántos pensarán que en su drama personal es imposible una nueva era, que no vale la pena seguir luchando, que no pueden hacer la diferencia o que es imposible llegar a donde se proponen llegar?

 

Todos compartimos la misma realidad humana. Así, cada milagro que se pueda recordar hoy, tiene que confirmar que NO es imposible ser parte de nuevos y más milagros. Cada lágrima genuina y pura, debe mover a lograr comenzar cambios. Cada persona que busca asumir bien su responsabilidad y agradar a Dios, debe ser motivo de aliento a la acción de bendecir para ser parte de una cadena de crecimiento integral y sabia edificación. Cada ejemplo que llegue al pensamiento con buena voluntad y perseverancia, nos tiene que confirmar que NO es imposible rescatar el verdadero amor con poder que es capaz de mucho por la fuerza que viene de adentro.

 

Que el factor común pueda ser la prudencia y un nuevo nivel de conciencia, en que los nuevos días a partir de hoy, no sean de un más de lo mismo que nada bueno aporta, sino de una Revolución Diaria que desde cada vida y su drama, vaya forjando los trazos de perfeccionamiento en el gran cuadro de la creación.

 

¿Estamos en una nueva era? ¿Somos capaces de dar gracias por lo logrado, perseverar humilde y valientemente con un amor real y fe bien fundada por lo aún no logrado, y de la acción de mutua bendición para edificar, hacer patria y derribar muros de indiferencia, ignorancia, violencia, soberbia y envidia? Dios ilumine a todos y en la nueva ruta ascendente, ¡Bravo por Puerto Rico, La Isla Estrella!

 

–Gerardo L. Berríos Martínez

                                   

·         “En Puerto Rico, hay quienes gozan distorsionando la realidad difundiéndola con vestido de mala nueva. Predican la crisis, fomentan la controversia, y hacen todo lo que está a su alcance para intentar contagiar al país con el virus del pesimismo y la derrota. Son los que quieren destrozar la moral de este pueblo y tenerlo listo para su entrega total.

Hay quienes, deseosos de destruir nuestra confianza en nosotros mismos, de arrasar nuestras señas de identidad, presentan día por día un espejo a nuestro pueblo, donde el pueblo se mira y no se reconoce, ni en su ser, ni en sus valores, ni en su vida sosegada y creadora.

Este pueblo tiene que empezar a enseñarle, a los que lo quieren manipular, que sus valores nacen de los orígenes mismos de su ser. Este pueblo tiene que empezar a buscarse por dentro, a reconocerse con orgullo, a exigir ser respetado como es. Pero, para eso, lo primero que tiene que hacer es levantarse y mirarse en un espejo nuevo y cristalino... En el espejo generoso de sus señas de identidad...

Y vamos a llegar lejos. Yo quiero ver el espíritu de este pueblo henchirse como velas náuticas con vientos de bonanza. Yo quiero ver un pueblo lanzarse a los límites de sus posibilidades sin amarras, a correrse la aventura del destino. Y no son sueños de grandeza, ni nacionalismos trasnochados, sino proyección de realidad de un pueblo que ha dado un Rafael Hernández, universal en su género; a un Eugenio María de Mostos; un Roberto Clemente; un Teodoro Moscoso; un Luis Muñoz Marín, gigante en la política en cualquier parte de la tierra; unos financieros, ingenieros, médicos de primera categoría, unos trabajadores y trabajadoras que producen marcapasos de uso mundial, o los componentes electrónicos de las computadoras, o las medicinas de avanzada que se utilizan en todos los países.

Aquí hay poder y ese poder viene de dentro, para hacer futuro como nosotros lo queremos. No un futuro que vamos a copiar de otros, sino el futuro de una familia grande que confronta unida los problemas del desarrollo y la modernidad conforme a sus valores cristianos y al sentir de esta tierra nuestra.

Hablo de un pueblo que con la fuerza de su espíritu emerge, se afirma, que, como decía De Diego, bate como el mar contra la roca, y embiste como el toro; un pueblo que se supera y crece frente a toda adversidad.

Grande en su espíritu, solidario en su propósito, fiel a sí mismo, a las esencias del Collores de Llorens, de las riberas de Muñoz, del nombre al pensamiento grato de Gautier, del Gran Rio de Julia de Burgos.

Ese es el Puerto Rico que quiero ver. Confiado en sí mismo, ilimitado en su horizonte, respetuoso de otros, de igual a igual con sus conciudadanos de Estados Unidos de América, decidido a crearse un futuro que sea hijo de sus esencias, de su identidad y su cultura.”. –Rafael Hernández Colón

 


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario