La belleza está en la perfección hecha por el Creador que
supera palabras y forja mucho; y ciertamente hay perfección en la mujer. En Proverbios
15:13 dice: “El corazón alegre hermosea el rostro” (salud, paz y autoestima van
de la mano).
Hay grandeza en cada mujer que
redefine y perfecciona el concepto “belleza”. En Génesis 2:18-25 se presenta la
creación de la mujer como la más inspirada obra maestra. No es casualidad, sino
causalidad, que sea de la mujer un poder de origen creador y el vital rol
maternal. Veo algo del ojo detallista de la mujer, en el relato de inicio de
Génesis cuando Dios trae luz y orden a la Tierra.
Se puede argumentar que la belleza está en los ojos de
quien observa y cuestionar la forma en que la publicidad pueda tratar de
imponer unos patrones para la belleza. Considero que toda mujer tiene su encanto
único y especial, y es llamada a desarrollarlo y maximizarlo consagradamente.
No veo a la belleza como algo que no armoniza con valores
y virtudes. Afortunadamente la creación y la Palabra no están en ese rumbo
equivocado. Veo que la Biblia en Cantares exalta la Belleza, y en Proverbios
enseña a buscar balance y fomentar la mayor y más completa Belleza que viene de
adentro. Para muestra, con un botón basta: En el
Antiguo Testamento se destaca el valor y liderato de la mujer. Un gran ejemplo
está en Ester. En el relato bíblico, Ester brilló
por el valor, los dones y la gran belleza física que nace del interior
(confirma que puede haber belleza externa con mayor belleza interna), y Dios
obró por medio de ella. Dios emplea los medios que Él desea para responder y
edificar.
Considero que Dios se creció al
crear a la mujer. Así, veo y reconozco perfección en la abnegación y elegancia
de mi madre, en el espíritu luchador de mi hermana, en la hermosura con dones
de Melina León, en el liderato ejemplar de Carmen Yulín, en damas que crecen en
la soledad y en escenarios que trascienden lo tradicional, en mujeres que dan
cátedra al cuidar enfermos y las que luchan por forjar un buen hogar, en fin,
en el corazón gigante con fe en acción que tanto puede.
La belleza está en la perfección
hecha por el Creador que supera palabras y forja mucho. El buen corazón, el
sabio intelecto, la acción iluminadora y la hermosura son de Dios. Fomentemos
el cuido integral que exalta lo constructivo y divino.
Al optar por los principios
salomónicos y sanos, se confirma que somos llamados a reconocer que cada alma
que crece, hace y siembra el bien, es instrumento de Dios y canal de bendición.
Dios ilumine a todos.
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