Desde el 2 de marzo de 1917, mediante el Acta Jones, se
tiene la ciudadanía americana en Puerto Rico. El 25 de julio de 1952, se estableció
el Estado Libre Asociado (ELA) como un pacto y en el Preámbulo de la Constitución se
dispone:
·
“Que el sistema democrático
es fundamental para la vida de la comunidad puertorriqueña;
Que entendemos por
sistema democrático aquel donde la voluntad del pueblo es la fuente del poder
público, donde el orden político está subordinado a los derechos del hombre y
donde se asegura la libre participación del ciudadano en las decisiones
colectivas;
Que consideramos
factores determinantes en nuestra vida la ciudadanía de los Estados Unidos de
América y la aspiración a continuamente enriquecer nuestro acervo democrático
en el disfrute individual y colectivo de sus derechos y prerrogativas; la
lealtad a los postulados de la Constitución Federal; la convivencia en Puerto
Rico de las dos grandes culturas del hemisferio americano; el afán por la
educación; la fe en la justicia; la devoción por la vida esforzada, laboriosa y
pacífica; la fidelidad a los valores del ser humano por encima de posiciones
sociales, diferencias raciales e intereses económicos; y la esperanza de un
mundo mejor basado en estos principios”.
El tema de la ciudadanía americana es válido. Muchos
han dado todo y hasta la vida en busca de la ciudadanía americana para sí y sus
seres queridos y descendientes, por todo lo que la ciudadanía conlleva. En el
caso de Puerto Rico, los lazos de unión con Estados Unidos están en la
ciudadanía y trascienden a la misma.
Hay quienes han argumentado que nunca seremos iguales,
que no se ha logrado una plena integración o que somos pueblos diferentes, pero
prefiero ver las posibilidades de lo innovador y constructivo. Es cierto que hay
serios problemas socioeconómicos, pero para atenderlos no hay que desmantelar
el sistema democrático-constitucional. Es sabio buscar ante toda ruta de status
político, la preservación de la ciudadanía americana que no pierde su
significado aún ante la globalización.
El valor de la ciudadanía en el ELA es más que
opiniones de funcionarios de turno; y los lazos de unión tienen esencias
humanas y familiares. Objetivamente, la búsqueda de oportunidades es lo más que
motiva los movimientos migratorios. Se necesita y se debe potenciar al ELA con
mayores oportunidades y superando debates, hay mucha capacidad salomónica en lo
multicultural (en un mundo cada vez más pequeño con avances latinos que van superando
los discrímenes enraizados hace mucho tiempo).
Sobre el valor de la ciudadanía, en 1967 el Tribunal
Supremo de Estados Unidos adjudicó el caso de Afroyim v. Rusk sobre la
ciudadanía americana, lo que puso fin a la teoría engañosa de que se podía
perder la ciudadanía bajo el ELA. En 1953, en el caso Mora v. Mejías, la Corte de
Circuito establece: “Puerto Rico has thus not become a State in the federal
Union like the 48 States, but it would seem to have become a State within a
common and accepted meaning of the word … It is a political entity created by
the act and with the consent of the people of Puerto Rico and joined in union
with the United States of America under the terms of the compact”.
Es decir: Se reconoce la validez del ELA. Los casos
electorales, como los pavazos y los pivazos, son gran ejemplo en que se valida
la autoridad del ELA para establecer el gran principio de la voluntad del
elector. No olvidemos que la Constitución del ELA reconoce la soberanía del
pueblo y su suprema expresión en las urnas.
En el
libro “Vientos de cambio” (primer tomo de las memorias de Rafael Hernández Colón)
y en el libro “Estado libre Asociado, naturaleza y desarrollo”, se toca muy
bien el tema de la ciudadanía. Por ejemplo, en “Vientos de cambio” dice
Hernández:
·
“Unos estiman la
ciudadanía como conducente a la integración con Estados Unidos. Otros consideran la nacionalidad como conducente
a la independencia. Unos y otros rechazan la autonomía que la mayor parte
prefiere. Este ardiente conflicto político, hoguera de medias verdades,
recriminaciones y demagogias, incendia el firmamento de nuestras creencias,
lastima nuestra propia estimación y consume nuestras energías. El Estado Libre
Asociado era y es, para mí, un vehículo de reconciliación nacional, que brinda
espacio y lugar para todos, que nos permite un
convivir capaz de convocar a nuestras grandes mayorías y colmar nuestros
anhelos de libertad”.
Veo
muy positivo el interés en temas como la ciudadanía y los factores de
crecimiento para que la fórmula de status político no sea un ideal en sí, sino
un efectivo instrumento en pos de los ideales de justicia social y progreso con
equidad.
La
ciudadanía americana tiene valor en el ELA. La base de esa realidad es más que
opiniones de funcionarios de turno, y lo más importante es la obra a llevar a cabo
como pueblo, como proyecto de país en la Isla del Cordero. Dios ilumine a
todos.
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