viernes, 12 de diciembre de 2014

Que el debate estéril no opaque al poder del amor.

El 12 de diciembre se celebra el Día de la Virgen de Guadalupe. La vivencia de Juan Diego con lo sobrenatural, enaltece la humildad que tanto bien origina. No es correcto fomentar el culto a la pobreza, ya que Jesús dice clara y directamente que vino para que tengamos vida en abundancia (ver San Juan 10:10). Es sabio fomentar el buen corazón que toda persona puede desarrollar en toda realidad, tanto para elevar los niveles de conciencia, como para consagrar y maximizar todo bien material.
              
El tradicional Día de la Virgen de Guadalupe es más que tradición por la base de fe.

No obstante, es inevitable que surjan debates sobre temas como el rol de María y lo que puede tender a la idolatría. Objetivamente, hay detalles en que puede tener validez el señalamiento que advierte sobre lo que puede desviar de la base bíblica.

Sin embargo, el que Jesús sea el único abogado e intermediario entre Dios y los hombres, y que no sea necesaria mediación entre Jesús y los hombres, no significa que proceda ignorar, menospreciar o hasta insultar a María.

Si revisamos la historia de Puerto Rico, hubo un tiempo en que se exhortaba a los niños a imitar a Jesús y a las niñas a imitar a María. Con el paso del tiempo eso se fue eliminando. Se fue sustituyendo a Jesús y María por ciertos líderes religiosos que fomentan la idolatría hacia ellos mismos, y el resultado no ha sido para bien.

En la medida que se busca el texto bíblico para maltratar, demonizar, buscar silenciar a quien piense diferente y justificar soberbia, se cae en conducta anti-cristiana.

En vez de caer en contiendas en motivos como el Día de la Virgen de Guadalupe, veo más propia la introspección y el sumo respeto a los demás, y comprender que en muchos casos, puede ser María el camino ideal hacia Jesús.

Nada se logra con el grito discordante, el cainismo y la exclusión. Si un ser humano encuentra unos inicios de fe en María, en vez del ataque y el debate estéril, es mejor alentar tan positiva decisión y apoyarle en el estudio de la sana doctrina cristiana.

Voy más allá: Jesús comenzó su obra y esencia divina siendo buen hijo, y María acentúa lo mucho que forja el Corazón de Mujer. Jesús es revolucionario y ser cristiano es ser revolucionario. Ser “cristiano” no es religión, un género musical o una marca comercial. Ser “cristiano” no es ser perfecto o inmune a lo que afecta al mundo. Ser “cristiano” es ser creyente; lo que infunde una naturaleza revolucionaria al palpitar, al ver, creer, pensar y hacer. Todo eso lo confirma María al exhortar a seguir a Jesús. Adelante en la vida como sabia, heroica y victoriosa causa de amor. 





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