El 12 de
diciembre se celebra el Día de la Virgen de Guadalupe. La vivencia de Juan
Diego con lo sobrenatural, enaltece la humildad que tanto bien origina. No es
correcto fomentar el culto a la pobreza, ya que Jesús dice clara y directamente
que vino para que tengamos vida en abundancia (ver San Juan 10:10). Es sabio
fomentar el buen corazón que toda persona puede desarrollar en toda realidad,
tanto para elevar los niveles de conciencia, como para consagrar y maximizar
todo bien material.
El
tradicional Día de la Virgen de Guadalupe es más que tradición por la base de
fe.
No
obstante, es inevitable que surjan debates sobre temas como el rol de María y
lo que puede tender a la idolatría. Objetivamente, hay detalles en que puede tener
validez el señalamiento que advierte sobre lo que puede desviar de la base
bíblica.
Sin
embargo, el que Jesús sea el único abogado e intermediario entre Dios y los
hombres, y que no sea necesaria mediación entre Jesús y los hombres, no significa
que proceda ignorar, menospreciar o hasta insultar a María.
Si revisamos
la historia de Puerto Rico, hubo un tiempo en que se exhortaba a los niños a
imitar a Jesús y a las niñas a imitar a María. Con el paso del tiempo eso se
fue eliminando. Se fue sustituyendo a Jesús y María por ciertos líderes religiosos
que fomentan la idolatría hacia ellos mismos, y el resultado no ha sido para
bien.
En la medida
que se busca el texto bíblico para maltratar, demonizar, buscar silenciar a
quien piense diferente y justificar soberbia, se cae en conducta anti-cristiana.
En vez de
caer en contiendas en motivos como el Día de la Virgen de Guadalupe, veo más
propia la introspección y el sumo respeto a los demás, y comprender que en
muchos casos, puede ser María el camino ideal hacia Jesús.
Nada se logra
con el grito discordante, el cainismo y la exclusión. Si un ser humano
encuentra unos inicios de fe en María, en vez del ataque y el debate estéril,
es mejor alentar tan positiva decisión y apoyarle en el estudio de la sana doctrina
cristiana.
Voy
más allá: Jesús comenzó su obra
y esencia divina siendo buen hijo, y María acentúa lo mucho que forja el
Corazón de Mujer. Jesús es
revolucionario y ser cristiano es ser revolucionario. Ser “cristiano” no es
religión, un género musical o una marca comercial. Ser “cristiano” no es ser
perfecto o inmune a lo que afecta al mundo. Ser “cristiano” es ser creyente; lo
que infunde una naturaleza revolucionaria al palpitar, al ver, creer, pensar y
hacer. Todo eso lo confirma María al exhortar a seguir a Jesús. Adelante en la vida como sabia, heroica y victoriosa causa de
amor.
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