El domingo 14 de julio de 2013 fue bueno ir a Plaza del
Caribe de Ponce y encontrarme con el Festival del Merengue. Reconozco que es
una oportunidad para ponerme las botas con el mangú. Felicito a organizadores y
participantes por tal iniciativa que al presentar arte, degustaciones y
atractivos turísticos que confirman raíces de fe, amor, valor e historia, fomenta
la unificación cultural y la armonía constructiva. ¡Ciertamente el mejor sabor
viene del alma! El Festival y lo cotidiano, dan pertinencia al sueño de Eugenio
María de Hostos del mutuo respeto, entendimiento y progreso de las Antillas y
América Latina. Eso es vital en el siglo 21 en un mundo cada vez más pequeño por
las comunicaciones e interdependiente por los recursos a maximizar y preservar.
Haya sabiduría, crecimiento y libertad integral en un mundo creado por Dios sin
fronteras.
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