El honorable presidente de la Cámara de Representantes
del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, Jaime Perelló, tiene una admirable
trayectoria, dones y méritos como líder y legislador. Por eso se espera mucho
de él (más que de otros); y por eso no me uniré al coro que se pega hasta de un
clavo caliente para atacarlo.
En el tema de los reembolsos, Perelló tiene razón en el
concepto que se aplica con toda normalidad en diversos lugares y empresas.
Cuando se entiende que el éxito de los empleados es el éxito de la empresa, se
promueven los estudios y se ve como sabia inversión el reembolsar esos costos
legítimos de crecimiento profesional.
Sin embargo, lo que se hace a destiempo se desvirtúa: En
tiempos de crisis y ante la razonable suspicacia por las experiencias en que legisladores
han usado lo legislativo como cortina para buscar un desmedido lucro personal,
no se recibe bien lo de los reembolsos, mientras se prometer reducir gastos.
Son demasiados los que son azotados por la crisis
económica, que el dinero no les rinde y buscan fuentes de ingreso adicionales, tienen
que recurrir al tarjetazo y al préstamo, no pueden ahorrar y se les hace
imposible continuar estudios. Hay que cumplir bien, tener comprensión y
sensibilidad y educar con el ejemplo. Voy más allá:
En la página 7 del periódico “El Mundo” del 5 de
noviembre de 1948, se dice que para la Cámara de Representantes, el PPD eligió
a 38 legisladores y los republicanos eligieron a 1 legislador. Copos
electorales de esa magnitud se debían al buen trabajo y la sabia sintonía con
el pueblo.
En esa Cámara de Representantes de 1948, en el
cuatrienio que incluyó la tarea de redactar y hacer realidad nuestra
Constitución, había abogados, agricultores, comerciantes, educadores, un
dentista, un mecánico dental, organizadores obreros, oficinistas, un contador
público, ex-alcaldes, un porteador público y un zapatero.
Con toda sinceridad: En el Puerto Rico de hoy, muchos
trabajadores honestos y sencillos harían mejor desempeño legislativo. De ser
cierto que legisladores consideren renunciar por estimar que no reciben lo suficiente,
que tomen otra ruta y les vaya bien.
El Capitolio NO es el lugar para buscar unos “niveles
de vida” y ciertamente quien llega en el afán desmedido de lucro, no sirve bien
ahí. Hace falta contar con la más ampliamente representativa y efectiva Legislatura,
como la de 1948. Se necesita restaurar con la humildad que sabe respetar y la
dignidad que sabe obrar y cumplir.
NO es correcta ni justa la teoría de que al reducir
“beneficios”, se pierde calidad en la composición legislativa. Es todo lo
contrario: Se gana calidad y se presenta la gran oportunidad de reformar de
verdad, democratizar mediante la más amplia participación y sabia elección, y
contar con vocación genuina y productiva.
Felicito a los legisladores que renuncien a recibir
el reembolso y voy más allá: Para fomentar estudios y crecimiento profesional,
el primer paso debe ser conceder tales oportunidades en primera instancia a los
asesores legislativos que llevan a cabo el grueso del trabajo. Confío en que
Perelló logrará encontrar soluciones salomónicas.
Redescubramos que no es bueno el “tanto tienes, tanto
vales”, y que lo que mejor define al ser humano es lo que vive a tono con la
luz que viene del alma y agrada al Creador. Dios ilumine a todos.
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“Llevar a cabo
lo que el pueblo ordena es agotar todo esfuerzo para cumplir los propósitos
anunciados públicamente durante la campaña, a base de los cuales se le pidió al
pueblo diera sus votos”. –Luis Muñoz Marín
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