miércoles, 31 de julio de 2013

Gracias al senador Ángel Rosa por las iniciativas que dan cátedra, hacen y consagran patria.


El profesor Ángel Rosa se dio a conocer ante el país por el análisis acertado que extendió  el salón de clase al pueblo. En la campaña electoral del 2012 dio cátedra. Como Senador, se creció en el tema de la equidad al colocar sabia y valientemente sobre el tapete el punto de amar al prójimo como a uno mismo.

 

En la memorable sesión del 16 de mayo de 2013, dijo el senador Rosa:    

·         “El desarrollo de la humanidad, ha tenido que presenciar, en diferentes escenarios muy distintos a este, debates sociales mucho más argüidos sobre el reconocimiento de los derechos de los seres humanos.

Milenios de lucha, no siglos, permitieron que en el siglo 20, los negros, las mujeres, los niños, fueran reconocidos sus derechos, que no lo habían sido en toda la historia que le precedió.

Y mucho antes del siglo 20, a los perseguidos porque creían en Dios y en Jesucristo, se les reconocía el derecho a creer en Él por un emperador romano que se llamó Constantino, que no esperó que la mayoría de los romanos estuvieran a favor del cristianismo para declararlo religión oficial del imperio.

Si Constantino hubiese estado esperando que el pueblo hablara, quizás nunca hubiese sido legal y hubiese sido permitida la profesión de la fe cristiana que los puertorriqueños somos...

Sin los líderes de la sociedad democrática del siglo 20, hubiesen esperado que la mayoría de la sociedad norteamericana estuviera a favor de los derechos de los negros, el presidente Johnson nunca hubiese firmado la Ley de Derechos Civiles de 1964.

Y yo he escuchado; he escuchado esta tarde aquí y he leído en el informe de la Comisión sobre el Proyecto del Senado 238, la mención de muchos conceptos: la familia, la igualdad, la Constitución, las instituciones, la fe, el discrimen. En el fondo, todos esos conceptos lo que hacen es complicar demasiado lo que en verdad es bien sencillo.

Esto no se trata sobre eso, esto se trata en el fondo, en si creemos o no, en el primer mandamiento que es amar al prójimo como a ti mismo. Si al creer en ese primer mandamiento, lo trasladamos a su máxima expresión, que es al respeto por la individualidad y por la diferencia de ese prójimo. Si tememos a Dios, si de verdad tememos a Dios, si de verdad tenemos a Dios en nuestro corazón, ese amor va por encima de la Constitución, va por encima de las leyes, va por encima de las instituciones, sale del corazón”.

 

El texto bíblico dice sobre el amor al prójimo en Mateo 22:36-40: “Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas”.

                                         

Fue más que correcto y acertado el senador Rosa al abogar por la “máxima expresión, que es al respeto por la individualidad y por la diferencia de ese prójimo”.

 

Cónsono con esa perspectiva, es más que loable el propósito del Legislador de aportar para propiciar la creación de empleos. ¡Así se hace y consagra patria! Ciertamente promueve progreso y agrada al Creador, desarrollar oportunidades y armonía. Merece el apoyo de oraciones sinceras, buenos consejos y solidaridad. Siga adelante profesor y senador Rosa, creciendo y fructificando. Sea bendecido con colaboradores y familia.

 

·         “La patria tiene el paisaje que amamos, sus colores y las estaciones, el olor de su tierra que humedece su lluvia, la voz de sus aguas de quebrada (la de mar es más como la de todas las patrias que dan al mar); sus frutos y canciones y formas de trabajo y de fiesta; sus platos de celebración y los austeros y socorridos con que afronta el sustento de todos los días; sus flores y hondonadas y veredas –pero, por sobre todo, su gente: el pueblo, la vida, el tono, las costumbres, las maneras de entender, de hacer, de llevarse unos con otros. Sin eso, la patria es nombre, o abstracción, o a lo sumo, paisaje. Con la gente, es patria-pueblo. Por eso digo que quienes profesan amar la patria y desprecian al pueblo sufren un grave enredo de espíritu. Lo sufren –y no debemos suponer que sea de perversidad o mala fe– quienes con palabra o por implicación de sus acciones dicen, ‘¡que se salve la patria aunque se hunda el pueblo!’ El cariño ha de ser a la patria entera, a la patria-pueblo. ¿Cómo no lo hemos de sentir? ¿Y quién puede decir que hace daño sentirlo? Es grato al espíritu y es enaltecedor sentir ese cariño. De lo que tenemos que resguardarnos en el mundo en que vivimos es de confundir el amor a la patria-pueblo con el concepto fútil de pequeño e ingenuo estado nacional. No hay mandamiento de ley divina o humana que diga que las patrias tienen que estar aisladas, ser suspicaces, vanidosas y cerreras, máquinas generadoras de la desconfianza y del odio entre los seres que pueblan la ancha igualdad que hizo el Señor sobre la tierra”. –Luis Muñoz Marín

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