Hay veces que las “conversiones” no armonizan bien con
los operativos de medios y por eso se activa la suspicacia. Pero no todo es
absoluto y los medios bien empleados en toda función, no sujeto a moldes sino
libre en la vocación sabiamente canalizada, puden evangelizar bien. Solo el
tiempo dirá si lo de Penchi es real y de Dios.
La realidad es que ante los motivos de decepción que llaman a enfocarnos en el Señor y no en hombres, lo realmente bueno supera a los que manipulan la religión y las instituciones, y caen en los peores estilos desde lo que más deben consagrar.
Lo realmente bueno se encuentra en
las almas que dan lo mejor de sí y mediante sus dones, aportan algo de luz. Se
trata de honrar lo sagrado y no emplearlo como escape, medio de impunidad o instrumento
para otros fines ajenos a lo que edifica y dignifica. Dios
emplea los medios que Él desea para responder y edificar; cada alma que crece,
hace y siembra el bien, es instrumento de Dios en esas vivencias.
La crónica de Saulo nos confirma que todos tenemos
derecho al Damasco; y que jugar con eso conduce a peor estado. Optemos por
crecer en este tema y en la atención de todo tema: Oremos y bendigamos para que
lo de Penchi sea genuino, al igual que los pasos de cambio de toda alma que
desee alcanzar una nueva y plena vida.
La realidad es que es mejor orar bien por las personas
que hablar mal de las personas. Oremos para que brillen cada día más los
verdaderos testimonios de amor y humildad que forjan una existencia victoriosa
en el Señor, conversión y restauración, que es agradar a Dios mediante lo que
se vive y sirve bien. Dios ilumine a todos.
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