miércoles, 16 de abril de 2014

El Miércoles en la Semana Mayor…

En Miércoles Santo, se reflexiona sobre la negociación de Judas Iscariote para entregar a Jesús, y por parte de Jesús la preparación de la Pascua. Dice la Palabra:
·         “En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: ‘¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?’. Ellos quedaron en darle treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregárselo.
El primer día de la fiesta de los panes ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: ‘¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?’. El respondió: ‘Vayan a la ciudad, a casa de fulano y díganle: ´El Maestro dice: Mi hora está ya cerca. Voy a celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa´’. Ellos hicieron lo que Jesús les había ordenado y prepararon la cena de Pascua.
Al atardecer, se sentó a la mesa con los Doce y mientras cenaban, les dijo: ‘Yo les aseguro que uno de ustedes va a entregarme’. Ellos se pusieron muy tristes y comenzaron a preguntarle uno por uno: ‘¿Acaso soy yo, Señor?’. Él respondió: ‘El que moja su pan en el mismo plato que yo, ése va a entregarme. Porque el Hijo del hombre va a morir, como está escrito de él; pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre va a ser entregado! Más le valiera a ese hombre no haber nacido’. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: ‘¿Acaso soy yo, Maestro?’. Jesús le respondió: ‘Tú lo has dicho’.
--Mateo 26:14-25        
                              
Vemos el factor preparación en dos rutas opuestas. No toda preparación está bien inspirada. Se define preparación como “el concepto se emplea para nombrar al proceso y al resultado de preparar”.

Le toca a cada alma examinar su propio proceso en forma integral, y los resultados en cada área. Paralelamente, procede ver los procesos que nos rodean, para afinar la capacidad de discernimiento.

En cada alma hay la capacidad para ser genuino y para buscar superar heridas y marcas, tal como luego de la Resurrección las marcas de la flagelación no son más que lo glorioso. Si se acepta que uno solo tiene control de los actos de uno mismo, optemos por los pasos y ajustes presididos por el Señor.

Ante eso, grande es el rol de quienes están ante las congregaciones. Cuando surge el estilo más agresivo desde ciertos religiosos en vez de desde lo político, y más expresiones cristianas y humanitarias desde lo que no es religioso, se confirma que vivimos tiempos atípicos. Cuando al día de hoy se da exclusión, duda y suspicacia hacia quien se expresa a favor de la equidad y de que todos somos hijos de Dios, se confirma que hay mucho que educar y revelar. Se confirma que Dios emplea los medios que Él desea para responder, obrar y edificar.
                                                       
Eso de vivir tiempos atípicos, se puede tomar en lo positivo para buscar mejores formas de ver y hacer las cosas. Se confirma que se ha fallado cuando no se ha dicho la verdad a las congregaciones y al país. Siento empatía hacia los maltratados por no decir “Amén” a ciertos estilos y mensajes; hacia quienes no han tenido otra opción que dejar roles ministeriales, o incluso no congregarse o asistir solo el domingo.

Afortunadamente no todo el liderato religioso falla. Es importante la oración para que quienes estén ante las congregaciones, NO se dañen, NO dañen y fomenten la plena abundancia de todos en línea con la Palabra y la sana doctrina cristiana. Es importante la oración para que todo el que mire hacia lo alto en estos días, reciba su toque especial y trascendente porque amar es ver lo que se puede ser más que lo que se es o se aparenta ser. ¡Demos en la medida que deseamos recibir, haciendo todo día santo ante el Señor que no está muerto, está Vivo y con Poder!
                                           
En tiempos retadores y atípicos, que no sea una Semana Santa más. Que en esos días se superen los libretos y los clichés. Que pasados esos días, nuevas formas de ver, pensar y obrar hablen de cómo permitir y propiciar la acción divina en todo el ser.

Se habla de reflexión y conversión, pero en realidad eso es un proceso constante y no de solo un momento dado. Se habla de retiros y actividades, pero si se opta por las demasiadas palabras o el factor elitista en vez del silencio para que el testimonio de cambio hable, se daña, se pierde la obra en el interior y se desperdicia el tiempo.

Bendigo a quienes se congregan para que transmitan vivencia cristiana con amor y poder constructivo. Bendigo a quienes no se congregan para que en donde estén tengan su encuentro divino y logren la vivencia cristiana con amor y poder constructivo. Dios ilumine a todos.



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