Consternan e impactan los accidentes de tránsito en que
influencia el no haber utilizado el cinturón de seguridad. El inventario de
pérdidas humanas y materiales de los accidentes de tránsito, lleva a preguntar:
¿Qué hubiese ocurrido si hubiesen optado por llamar a un taxi en lugar de
conducir?
Es cierto que el auto no es un lujo, es una necesidad. Sin
embargo, eso se ha ido tergiversando y desvirtuando en la Isla. ¿Cuántas
personas dicen con orgullo que en EEUU emplearon medios de transportación
masiva (como el metro) y cuando regresan a la Isla, vuelven a la idea de que
solo es aceptable viajar en vehículo propio?
La mayor tergiversación ocurre al convertir al vehículo
en lo que define a la persona y en los peores casos, para infundir un sentido de
superioridad por encima de los que no tienen auto. Cuando se deja de ver al
auto como una herramienta de ayuda y
servicio, para convertirlo en un ídolo o en lo que define, se pierde la esencia
humana y cristiana.
Por su extensión territorial e infraestructura, Puerto Rico
debería tener un excelente y ejemplar sistema de transportación masiva. Tiene una
buena base de choferes y vehículos para lograrlo y lo que se necesita es mejor
planificación y coordinación, promoción intensa y patrocinio.
La transportación masiva sirve bien y crea empleos. Un
detalle significativo es que rara vez se escucha de un accidente de tránsito
que involucre guaguas públicas y/o taxis, por lo que la campaña en pro de la transportación
masiva, requiere más que lo de “si bebes, no guíes”.
No hay que pensar solo en el bebedor que pierde la capacidad
de guiar bien, sino también en el envejeciente que queda confinado al no
conducir, en la persona que trabaja hasta tarde y puede quedarse dormido ante
el volante, en la protección del ambiente (demasiados vehículos generan
congestión y contaminación), en la paz en los hogares al saber que los seres
queridos regresan con un(a) buen(a) conductor(a), en fin, en tantos adelantos y
beneficios que facilitan la eficiente transportación y por ende, propician una
mejor calidad de vida.
Hay personas que no tienen la destreza para conducir o
los medios para adquirir un auto y eso no les hace menos. Crece quien comprende
sus limitaciones, da gracias a Dios por lo que tiene y se esmera en producir y
fructificar. Nos define lo que somos y no lo que tenemos.
Es así que a todo conductor le exhorto a vestirse de humildad
para entender que todo don y beneficio es para servir. Al gobierno y la empresa
privada les recomiendo promover la transportación masiva, porque la
transportación masiva crea empleos, mueve al país y salva vidas; y en lo más
trascendente, fomenta equidad y mejor civilización. Dios ilumine a todos.
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