martes, 22 de abril de 2014

Es bueno fomentar el uso del cinturón de seguridad; es mejor fomentar el uso de la transportación masiva.

Consternan e impactan los accidentes de tránsito en que influencia el no haber utilizado el cinturón de seguridad. El inventario de pérdidas humanas y materiales de los accidentes de tránsito, lleva a preguntar: ¿Qué hubiese ocurrido si hubiesen optado por llamar a un taxi en lugar de conducir?

Es cierto que el auto no es un lujo, es una necesidad. Sin embargo, eso se ha ido tergiversando y desvirtuando en la Isla. ¿Cuántas personas dicen con orgullo que en EEUU emplearon medios de transportación masiva (como el metro) y cuando regresan a la Isla, vuelven a la idea de que solo es aceptable viajar en vehículo propio?

La mayor tergiversación ocurre al convertir al vehículo en lo que define a la persona y en los peores  casos, para infundir un sentido de superioridad por encima de los que no tienen auto. Cuando se deja de ver al auto  como una herramienta de ayuda y servicio, para convertirlo en un ídolo o en lo que define, se pierde la esencia humana y cristiana.

Por su extensión territorial e infraestructura, Puerto Rico debería tener un excelente y ejemplar sistema de transportación masiva. Tiene una buena base de choferes y vehículos para lograrlo y lo que se necesita es mejor planificación y coordinación, promoción intensa y patrocinio.

La transportación masiva sirve bien y crea empleos. Un detalle significativo es que rara vez se escucha de un accidente de tránsito que involucre guaguas públicas y/o taxis, por lo que la campaña en pro de la transportación masiva, requiere más que lo de “si bebes, no guíes”.

No hay que pensar solo en el bebedor que pierde la capacidad de guiar bien, sino también en el envejeciente que queda confinado al no conducir, en la persona que trabaja hasta tarde y puede quedarse dormido ante el volante, en la protección del ambiente (demasiados vehículos generan congestión y contaminación), en la paz en los hogares al saber que los seres queridos regresan con un(a) buen(a) conductor(a), en fin, en tantos adelantos y beneficios que facilitan la eficiente transportación y por ende, propician una mejor calidad de vida.

Hay personas que no tienen la destreza para conducir o los medios para adquirir un auto y eso no les hace menos. Crece quien comprende sus limitaciones, da gracias a Dios por lo que tiene y se esmera en producir y fructificar. Nos define lo que somos y no lo que tenemos.

Es así que a todo conductor le exhorto a vestirse de humildad para entender que todo don y beneficio es para servir. Al gobierno y la empresa privada les recomiendo promover la transportación masiva, porque la transportación masiva crea empleos, mueve al país y salva vidas; y en lo más trascendente, fomenta equidad y mejor civilización. Dios ilumine a todos.

                                   

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