El último gobernador de Puerto Rico de origen norteamericano designado
por el Presidente de Estados Unidos fue Rexford Tugwell, y el primer gobernador
de origen puertorriqueño designado por el Presidente, fue Jesús T. Piñero;
ambos apoyaron los grandes procesos de restauración de Puerto Rico.
Luis Muñoz Marín fue el primer gobernador electo por el pueblo. Había
una gran tarea para levantar al país. En el Mensaje del gobernador Muñoz Marín ante la Asamblea Legislativa de
Puerto Rico pronunciado el 23 de febrero de 1949, dijo en parte:
·
“Tenemos en nuestra mano el tesoro
inmenso de una semilla. Según la sembremos y la
amparemos será la cosecha que ahora y en el futuro recojan las gentes
que habitan y que entonces habiten esta tierra de Puerto Rico. En este día ya
no es un hombre designado por otro el que más o menos por su cuenta solicita
medios de gobierno de un pueblo a través de sus representantes elegidos; es el
pueblo mismo el que tanto a través del Legislativo como del Ejecutivo, pide
buen trato para esa semilla y requiere buena responsabilidad para ese porvenir.
Ahora son los poderes del pueblo mismo de los que éste espera la más sencilla y
profunda responsabilidad, el más aunado esfuerzo en ir haciendo la obra que el
pueblo necesita que se haga, en ir estableciendo las costumbres de gobierno que
el pueblo necesita que se establezcan –para que con las buenas costumbres se
pueda hacer la buena obra.
No
hay buena obra que pueda hacerse si la calidad de las costumbres y los métodos no
alcanzan a aparejarse a la calidad de la obra en sí. Todo momento de gran
transición histórica es propicio a echar la raíz de mejores tradiciones. Llevar
a cabo la obra y perfeccionar las costumbres que son instrumentos para llevarla
a cabo, es responsabilidad que el pueblo ha puesto conjuntamente en nosotros.
Este es el momento para coger todo mal hábito que el atisbo más claro de
nuestra conciencia alcance a ver y voluntariamente extirparlo. Este es el
momento en que, según actuemos, la semilla puede convertirse en cosecha, o en
desperdicio de matojos para el futuro. De ustedes y de mí el Pueblo de Puerto Rico
espera que se use este momento propicio a la creación hasta el límite de la más
esclarecida buena fe. La primera condición de esta buena fe es la ausencia de
motivaciones personales en la vida pública, ya sean estas de lucro o de
orgullo, ambición o vanidad. Siendo el pueblo el que nos autoriza y prende en
nosotros su esperanza, y no pudiendo el pueblo tener una idea al votar por sus
legisladores y otra al votar por su gobernador, es evidente que le debemos para
estos propósitos la más estrecha cooperación las dos ramas de gobierno elegidas
por su sola voluntad.
Por
lo fecundo que es el momento es que pienso que es tesoro incalculable la
semilla que hoy tenemos en nuestra mano.
Tan tesoro es como el primer grano de café que llegó a los trópicos de América
hace doscientos años y que ahora es inmensa cosecha en las islas y regiones del
hemisferio americano. En este grano de tiempo se citan hoy la experiencia del pasado
y el propósito dinámico del porvenir.
Eso
es lo que el Pueblo de Puerto Rico ha depositado en nuestra mano. ¿Qué regla sencilla
y honda podemos hacer para disponer bien de la encomienda? Me parece que podemos
hacer una regla tan simple como la semilla y tan honda como el futuro que lleva
dentro: Que todas nuestras decisiones sean tomadas a base de conciencia, y de
conciencia que busque siempre estar informada. Si hacemos esta regla con fuerza
de espíritu; si no dejamos que decaiga en manerismo de oratoria; si medimos con
ella en su último análisis todas las decisiones de legislación y gobierno; y si
al usarla nos guiamos siempre por la premisa de que el interés público está por
encima de todas las consideraciones personales, estaremos dando el cuidado
máximo a la semilla depositada en nuestra mano; y estaremos proveyendo un
ejemplo de salud espiritual a nuestros hermanos que habitan las democracias de
América y del mundo”.
Ese mensaje colocaba al país en el umbral de nuevos tiempos; y tiene
vigencia hoy. En 29 de abril de 2014, el gobernador Alejandro García Padilla
presentó a la Legislatura y al país, un mensaje a la altura de las mejores
tradiciones fundadoras.
Se presentó una excelente agenda en puntos como la responsabilidad de un
presupuesto balanceado sin política de despidos, la debida atención a áreas
fundamentales (educación, salud y seguridad), la visión integral para impulsar
puertos y aeropuertos, la acción democrática ante el tema del status político,
la prioridad a crear empleos, el renacer agrícola, la viabilidad de armonizar
el desarrollo con la protección del ambiente y la búsqueda de despolitización y
de fomentar mejor calidad de vida.
Está la agenda para asumir responsabilidades sin lamentos y sin repetir
prácticas cuestionables. No es tiempo de cainismo, es tiempo de soluciones
salomónicas. Es tiempo de fomentar progreso con equidad porque todos somos
hijos de Dios. Sea el éxito de la Agenda de País, el logro de un pueblo unido.
Demos gracias a Dios por contar con el liderato ungido y el pueblo para
consagrar tanto. Dios ilumine a todos.
·
“Pero, si bien esta generación pasará a
la historia como la que aceptó la responsabilidad de pagar, en lo económico y
en lo político, no podemos limitarnos a atender la responsabilidad con el
pasado. Estos tiempos no pueden ser para Puerto Rico un nuevo tiempo muerto
donde nos toca solo “apechar” la crisis y sacrificar el futuro para limitarnos
a responder por el pasado. No es solo tiempo de pagar; es tiempo de construir.
No es solo tiempo de pagar la deuda que tenemos con el pasado; es hora de pagar
la deuda que tenemos con el futuro. Un presupuesto balanceado es un buen punto
de partida para pagar la deuda del pasado y para empezar a pagar la deuda con
el futuro. Que los gastos públicos no excederán los ingresos; eso es buena
política pública. Es el mejor instrumento para adelantar la educación
competitiva, la salud de calidad; seguridad en nuestros hogares y comunidades;
para generar empleo e inversión en Puerto Rico. La coyuntura difícil nos vuelve
a lo fundamental.
Volver
a lo fundamental es trabajar con la deuda del pasado sin posponer la deuda que
tenemos contraída con el futuro. Volver a lo fundamental es enfocarnos en un
proyecto de país centrado en la producción de riqueza y en su repartición a todos
por medio del empleo, enfocarnos en el servicio eficiente y en la inserción de Puerto
Rico en los mejores espacios de vida para todos los puertorriqueños y puertorriqueñas.
Volver
a lo fundamental significa avanzar todos nuestros capitales: los humanos, los
culturales, los capitales naturales, los financieros, al servicio inteligente
de aquello que nos va a permitir un buen proyecto de país. En este proceso, las
acciones de las agencias y programas, los servicios e iniciativas, la gestión
del gobierno y sus servidores públicos, deben medirse por los resultados en
adelantar las metas del país: es decir, la forma de adelantar nuestra deuda con
el futuro”.
--Alejandro
García Padilla
·
“En el desempeño de nuestra mutua y
conjunta responsabilidad, estaré siempre dispuesto a atender a sus consultas y
ansioso de recibir sus consejos. Por primera vez en 450 años se han abierto a
un puertorriqueño las puertas de La Fortaleza con llave de voluntad popular.
Esa
misma llave la ha puesto el mismo pueblo en manos de ustedes para que la usen como
la de su casa durante el tiempo en que los puertorriqueños generosamente
quieran que sea la mía. En este espíritu de confraternidad, continuemos el difícil
camino, humildes en la honrosa compañía de nuestro pueblo, jalda arriba”.
--Luis
Muñoz Marín
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