jueves, 11 de febrero de 2016

La lección del látigo de Jesús...

Mucho se ha citado e interpretado el pasaje bíblico en que Jesús expulsa a los mercaderes del templo. Sin embargo, hay un significativo detalle que pasa desapercibido: Jesús es el único que emplea látigo.
                    
En términos de estrategia, Jesús pudo haber dejado que los discípulos portaran látigos. Sin embargo, solo Él aplica tal nivel disciplinario. Jesús afirmó el exigirle mayores cumplimientos a quienes se supone den el ejemplo de mayor consagración. No hubo en Él espacio para exhibir extremo puritanismo en ciertos temas e ignorar temas como la corrupción. No es de sorprender que Jesús fuera perseguido por religiosos y nos exhorta a seguir adelante porque Él ha vencido, y con Él vencemos.
                                                       
La suprema lección es la confirmación de que el rol de juicio solo le toca al Señor. Al pueblo se le exhorta a no seguir falsos profetas y perseverar en el buen camino en todos los aspectos de la vida; lo que afirma el principio de separar al grano de la paja. Fallan los líderes religiosos que se adjudican la autoridad para juzgar, maltratar y limitar el potenciar de los seres humanos. Aciertan los líderes religiosos y de todo ámbito, que enaltecen la humildad, la comprensión y la fe en acción constructiva.

En la medida que Jesús establece claramente el orden, los niveles de autoridad y enseña sobre el amor que se vivifica con respeto y obra de alcance social, afirma el mensaje de Equidad en la base racional, salomónica y humana.
                                    
Así, abogar por el amor, el respeto, la empatía, la solidaridad y el progreso con equidad, es todo un acto revolucionario (a la altura de Jesús, que fue constructivamente revolucionario). Es cuestión de forjar un nuevo y mejor Nosotros.

Sigan dándose los Damasco a quienes necesitan redescubrir el buen camino. Sigan siendo más que bendecidos quienes sabia y heroicamente fomentan paz integral y armonía con el entendimiento de que todo lo mejor del ser humano nace y se manifiesta desde la conciencia que todos somos hijos de Dios. Adelante…

·         “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.
Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?
Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos.
No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos.
Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego.
Así que, por sus frutos los conoceréis.” --San Mateo 7:15-20

·         “Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas”.
--Mateo 22:36-40

·         "Reposará en la estepa la Equidad, y la justicia morará en el vergel; el producto de la justicia será la paz, el fruto de la Equidad, una seguridad perpetua”. --Isaías 32:16-17
                                      
·         “Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera: allí será el lloro y el crujir de dientes. Y cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará sobre el trono de su gloria. Y serán reunidas delante de él todas las gentes: y los apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a la izquierda. Entonces el Rey dirá a los que estarán a su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui huésped, y me recogisteis; Desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; estuve en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos? ¿ó sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos huésped, y te recogimos? ¿ó desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos á ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeñitos, a mí lo hicisteis. Entonces dirá también a los que estarán a la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y para sus ángeles: Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; Fui huésped, y no me recogisteis; desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces también ellos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, ó sediento, ó huésped, ó desnudo, ó enfermo, ó en la cárcel, y no te servimos? Entonces les responderá, diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos pequeñitos, ni a mí lo hicisteis”. --San Mateo 25:30-45



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