El 10 de septiembre de 2014, fue muy
bueno ver la información sobre la restauración de la capa de ozono. La creación
y la naturaleza confirman el mensaje divino de que es realizable la
restauración. Ese mensaje tiene vigencia.
Veo que es mejor enfatizar en el
mensaje de aliento a los esfuerzos positivos, que seguir el estilo -que tiende
demasiado a la manipulación- de hacer sentir culpable como si poco o nada se
pudiese corregir, reparar y lograr.
No se trata de evadir responsabilidades
y consecuencias de actos, sino de desarrollar una nueva conciencia
constructiva. Tampoco se trata de triunfalismos prematuros que tienden a perder
lo adelantado o de bajar la guardia (el trabajo no ha terminado y la
conservación no termina), sino de afirmar fe, estrategias y pasos en la ruta
correcta.
Es cierto que hay empresas y lugares
en donde se sigue contaminando por afanes de ganancias que en el saldo total,
resultan demasiado costosos. También es cierto que van en aumento los esfuerzos
en pro del ambiente que cada vez logran unir a más personas de diferentes
ideologías, ya que por encima de las teorías individuales, está el factor común
de que todos tenemos que convivir en la aldea global con enormes
potencialidades y nadie prospera de verdad en un planeta destruido.
La mejor noticia es: Si se está
logrando lo que parecía imposible de restaurar la capa de ozono, ¡cuánto más se
puede reparar en fe, autoestima, sanidad interior, relaciones humanas,
escenarios cotidianos, vocaciones y roles y mucho más!
En la jornada, nos dice el frágil
planeta que es nuestro hogar a proteger, que no es imposible la restauración.
¡Ama en verdad! ¡Restáurate! ¡Crece! ¡Reverdece! ¡Agrada al Señor para tener
paz! ¡Adelante!
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