Es inevitable notar en el horizonte
sureño, la aun majestuosa estructura del hotel intercontinental de Ponce. Se levanta
como icónica mole que tiene algo que decir.
Hoy genera relatos, anécdotas y
hasta leyendas, pero hubo un tiempo en que fue parte importante del desarrollo
de la Isla. Por ejemplo, en el libro “Vientos de cambio” (primer tomo el proyecto
de memorias de Rafael Hernández Colón), expone el destacado líder (del tiempo
en que aun no habían nacido sus hijos Dora y Juan Eugenio):
·
“Los domingos íbamos a misa Lila, Rafa, José y yo, y luego almorzábamos en El Vigía en el hotel
Ponce Intercontinental. A José le encantaban los napoleones de postre que
tenían en el ‘buffet’.”
¿Será cierto lo de actividad
paranormal –como voces, risas, llantos, gritos, pasos y movimientos de objetos,
energías y presencias-- en ese lugar cerrado durante tantos años? ¿Por qué
mucho se habla sobre reabrirlo y nada se concretiza? De ser cierto lo que
genera escalofriantes relatos, ¿Qué es lo más recomendable?
¿Procede cerrar el edificio para
siempre? ¿Procede una demolición para algo nuevo? ¿Procede una total restauración
que incluya renovar las vías de acceso? ¿Proceden círculos de oración en el
lugar? ¿Procede buscar ayuda para auxiliar almas para que logren el real
descanso eterno? ¿Procede ignorar todo y seguir como si nada? ¿Qué otras alternativas
proceden?
El análisis trasciende: Los grandes
temas siempre plantean el buscar generar soluciones o seguir adelante como si
nada. Dios ilumine a todos para buscar ser parte de las soluciones desde los
entornos personales, familiares y comunitarios, y de ahí ir generando una buena
y consagrada onda forjadora. Adelante…
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