En
los términos más directos: El enfoque extremadamente punitivo ante la marihuana
no ha funcionado y la llamada “guerra contra las drogas” no ha dado los
resultados esperados. Se necesita fomentar el respeto a la ley y lo sano y al
mismo tiempo, no promover estilos con intereses y remedios peores que la enfermedad.
La estrategia de pretender resolver
todo con la cárcel es más costoso y voy más allá: Es aberrante el encarcelar a
una persona por tener un cigarrillo de marihuana mientras hay quienes cometen
peores delitos y logran impunidad mediante recursos y tecnicismos.
El argumento de rechazo a la marihuana
por los efectos nocivos y porque de ahí se pasa a buscar experimentar con
drogas más fuertes, confirma que lo más necesario son equipos
multidisciplinarios y no lo solo punitivo que busca barrer bajo la alfombra.
Recordemos que, ante la postura
de apertura del Gobierno Federal, se hace
necesario explorar nuevas y mejores formas de ver y hacer las cosas.
Einstein dijo: ‘Ningún problema puede ser resuelto ni comportamiento cambiado
por el mismo nivel de conciencia que lo creó’, lo que nos indica lo sabio de crecer y no
resignarnos a más de lo mismo. Hay que dar luz sobre los caminos
mejores y superiores que el abuso de las drogas legales e ilegales.
La Orden Ejecutiva emitida por el gobernador
Alejandro García Padilla que ordena cambios en el procesamiento de casos por
posesión de marihuana (que establece que procesar a una persona por posesión de
seis gramos o menos de marihuana no estará en las áreas de prioridad a la hora
de asignar recursos para la implementación de la ley), ubica a Puerto Rico en
la ruta correcta. Es algo humano y sensato.
Ante ese tema, procede recordar
palabras pronunciadas por Rafael “Churumba” Cordero Santiago, en su toma de
posesión como Alcalde de Ponce de 1997:
·
“Cuando Puerto Rico comenzó su vertiginoso
desarrollo económico dejó a la vera del camino las enseñanzas básicas que la
familia solía darle al niño desde su nacimiento; que usted tiene que cumplir
primero con sus deberes para entonces reclamar derechos y que las escuelas no
pueden sustituir al hogar. La familia tiene que, a esa pequeña criatura acabada
de nacer, darle buenos ejemplos y, entonces la escuela darle el pan de la
enseñanza. De esta forma, la escuela se convierte en la prolongación del hogar.
Pero, nosotros no podemos pretender que la escuela ofrezca el amor, el respeto
y las buenas costumbres, principios valorativos que son obligación del padre y
la madre. Por eso me irrita oír: ‘la juventud está perdida’. Es que nos
olvidamos de que la juventud es el reflejo de la sociedad en que vivimos. En el
1967, Puerto Rico tenía 1,500 usuarios de drogas, y alrededor de 3,000
efectivos integraban la Policía de Puerto Rico. Hoy, hay sobre 300,000 usuarios
de drogas y cerca de 20,000 personas en la fuerza policiaca. Se han establecido
radares, aerostatos, se gastan miles de millones de dólares en tratar de que la
droga no entre al territorio norteamericano y a Puerto Rico, y, ¿qué
hemos logrado? Han aumentado los usuarios de drogas, la familia está
desintegrada, la educación, tanto pública como privada, deja mucho que desear.
Vivimos en una histeria colectiva, el SIDA arropa a nuestra sociedad. Por lo
tanto, podemos concluir que el camino que hemos recorrido hasta hoy no ha dado
resultados. Es hora de enfrentar esta realidad y todos aquellos que tenemos
responsabilidad pública, junto a los padres, sentarnos a reformular una Nueva Sociedad”.
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