·
“La mujer cuando da a luz, tiene dolor, porque ha llegado
su hora; pero después que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda de la
angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo. También
vosotros ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro
corazón, y nadie os quitará vuestro gozo”.--Juan 16:21-22
·
“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En
el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”. --Juan
16:33
En el periódico “El Mundo” del 23 de
marzo de 1986 se publicó un excelente análisis desde el punto de vista médico
sobre la crucifixión de Jesús. Me había graduado de Ponce High en 1985 y estaba
comenzando los estudios universitarios.
Para ese tiempo, se veía que el
debate sobre la autenticidad el manto de Turín había revelado mucho sobre cómo
en realidad pudo ser el proceso de la flagelación y crucifixión más allá de las
imágenes tradicionales.
Años más tarde, la película “The
Passion of the Christ” del 2004 dirigida por Mel Gibson, permitió tener una
idea un poco más cercana del dolor que experimentó Jesús. La crudeza que genera
en algunos el no desear ver la película y preferir las imágenes que tienden a trivializar
y fomentar niveles de ritualismo, nos recuerda a quienes no quisieron ver la
escena original en que Jesús hizo el sacrificio supremo.
Al reflexionar sobre tan sagrado
tema, se pueden identificar unos principios:
·
Jesús fue el cordero sin mancha para un sacrificio una
sola vez. Ningún ser humano es llamado a sacrificios, sino a perfeccionar los
rumbos de vida.
·
La historia no terminó en la cruz, sino que comenzó en la
Resurrección, por lo que no somos llamados a la depresión, sino a atesorara la
vida como constante llamado y oportunidad a renacer, edificar y reverdecer.
·
La esencia del cristianismo no es la cruz, es el
Resucitado que dice en San Juan 10:10: “El ladrón no viene sino para hurtar y
matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en
abundancia”. No se glorifica al señor justificando derrotas o idolatrando la
escasez, sino dando testimonio del Señor en cada progreso de uno.
·
Dice Mateo 22:36-40: “Maestro, ¿cuál es el
gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande
mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De
estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas”. Eso confirman que quienes
se identifican como “cristianos” y se dedican al cainismo y el fanatismo con egoísmo,
a excluir, condenar, maltratar y demonizar, de haber estado en el juicio de Jesús,
hubiesen gritado “Liberen a Barrabás”. La jornada de Jesús confirma el poder de
la fe y el amor, y en su atención a cada almo se ratifica que la equidad es
buena y agrada a Dios.
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El análisis médico de lo inhumano que vivió
Jesús, llama a la humildad y la empatía, para reconocer la brevedad del tiempo
y que el supremo sentido del cristianismo es educar con el ejemplo y hacer de la
vida una sabia y heroica causa de amor.
La
obra en la cruz tuvo un propósito de redención a toda la humanidad, lo que confirma
que todos somos hijos de Dios; más allá de creencias y decisiones individuales,
y de formaciones culturales, es notable que en un mundo creado sin fronteras, se
necesita profundizar en los factores unificadores y las soluciones salomónicas.
El que Jesús exprese que cada cual tome su cruz no significa que cada cual sea
crucificado, sino que cada cual asuma su responsabilidad. Brille en cada decisión
y paso, la luz victoriosa que con el Señor es gozo y plenitud, faro y foco de
lumbre.
Porque Dios emplea los medios que Él desea para responder, obrar y
edificar, cada persona que opta por hacer y sembrar el bien, es instrumento de
Dios y canal de bendición. El país se va
salvando día a día desde la decisión de cada alma de aportar a la paz y la
armonía. La Biblia exhorta a orar y más a las buenas obras como rumbo de vida. En la unidad y los grandes propósitos, la verdad
fortalece. Dios ilumine a
todos.
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“Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre
está en mí. Al menos, creedlo por las obras. En verdad, en verdad os digo: el
que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún,
porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que
el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré.
Si me amáis, guardaréis mis mandamientos; y yo pediré al Padre y os dará otro
Paráclito, para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de la verdad, a
quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce. Pero vosotros le
conocéis, porque mora con vosotros”. --Juan 14:11-17
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"Reposará en la
estepa la Equidad, y la justicia morará en el vergel; el producto de la
justicia será la paz, el fruto de la Equidad, una seguridad perpetua”. --Isaías
32:16-17
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