domingo, 2 de noviembre de 2014

El mensaje del Día de los Fieles Difuntos le habla a todos.


·         “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo”. --2 Corintios 5:10

El Día de los Fieles Difuntos se identifica como una actividad del “catolicismo” para el 2 de noviembre, para recordar a quienes han partido de este mundo.

Con el debido respeto, coloco “catolicismo” entre comillas porque el sentido de dignidad, honor, justicia y conciencia hacia las almas de quienes han partido, debe aplicar a todos, indistintamente de creencias y lugares de congregación.

Con toda sinceridad, reconozco que hay quienes dejan buenos recuerdos y hay quienes no dejan buenos recuerdos. Una triste realidad es el olvido que domina en términos generales hacia los difuntos. Por eso, cuando se dan espacios de tiempo para recordarles, o para dedicar un pensamiento misericordioso hacia quienes fallaron, es toda una prédica para fomentar lo humano y cristiano (lo humano para no perder la sensibilidad y la memoria; lo cristiano para hacer el bien en todo).

Reconozco que existe el debate sobre si orar o no orar por los muertos. No se busca torcer la mano de Dios, sino interceder y canalizar intensos sentimientos, en el nivel de lágrimas que son rocía y el mejor incienso hacia el Todopoderoso. Considero que es un debate estéril y que fomentar contienda es mucho peor que lo que se critica. Lo más propio es respetar el amor hacia quienes han fallecido y apoyar para que se pueda seguir perseverando dando los más edificantes y constructivos alcances a tal amor.

El mensaje del Día de los Fieles Difuntos le habla a todos. El mensaje llama a no olvidar, y a no morir en vida por cargas y recuerdos. El mensaje llama a buscar dar vida a la vida, para honrar las mayores lecciones y generar nuevos testimonios que establezcan una cadena de generaciones fundadas en sabia fe en acción y amor con poder. Gozo eterno a quienes han partido, y luz a quienes buscan forjar bien.
                            
·         “Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas”.
--Mateo 22:36-40                 
                   
·         “Reposará en la estepa la equidad, y la justicia morará en el vergel; el producto de la justicia será la paz, el fruto de la equidad, una seguridad perpetua”. --Isaías 32:16-17





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