El
sábado 4 de mayo de 2013, Puerto rico fue impactado con la noticia de la muerte
del licenciado David Noriega Rodríguez.
No
conocí personalmente a Noriega, pero recuerdo que se destacó como Comisionado Electoral
del PIP en las controversiales de 1980 y en el amplio proceso de Reforma
Electoral de 1982.
Luego
de los convulsos días electorales de 1980, brilló Noriega con su capacidad de
diálogo y de propiciar consenso, lo que fue vital para la mencionada Reforma Electoral
que sigue vigente en sus bases.
Es
desde ese esfuerzo en pro de la pureza electoral, que el país descubrió en
Noriega capacidad para que le representase en el foro legislativo.
Con
el lema de “¡Date a respetar!”, el PIP logró elegir en 1984 a David Noriega
para la Cámara de Representantes y a Rubén Berríos para el Senado.
Objetivamente, eso se debió a presentar solo un candidato en todos los
precintos en vez de 6, lo que les permitió acumular votos en toda la Isla y no
solo en un número limitado de precintos.
Noriega
no logró ser electo Gobernador en 1996, pero sí logró una efectiva batalla en
contra de la corrupción gubernamental y por eso se le llamó “Fiscal del Pueblo”.
Considero
que lo ideológico impidió que llegara a La Fortaleza y reconozco que al votar
íntegro no le di mi voto a Noriega para que llegases la Legislatura, pero
ciertamente supo proyectar convicción y humildad, y eso es admirable en todo
escenario.
En
su trayectoria, recibió ataques y elogios. En la campaña electoral, el PIP
buscaba que electores de otros partidos le dieran el voto mixto a Noriega y a
Rubén, pero si un elector del PIP consideraba votar mixto, se le decía
“traidor”.
Cuando
Noriega atacaba la corrupción se veía con buenos ojos, pero cuando se unió al “Blue
Ribbon Committee” hubo elogios y duras críticas de diversos sectores.
Noriega
tuvo sus diferencias con Rubén y en tiempos más recientes, optó por unirse al
Movimiento Unión Soberanista.
Sin
haber tenido la oportunidad de conocer a Noriega y conversar con él, porque
supo buscar diversas rutas para servir mejor y más efectivamente sin abandonar
su ideal independentista y unos valores fundamentales, pienso que hubiese
deseado comprensión sobre las razones de sus decisiones y pasos, que la
mitificación inherente al ritual y trivial libreto de “tan bueno que era…”.
Si
queremos dar un buen tributo a David Noriega, busquemos comprenderlo a
cabalidad en su trayectoria y propósitos, y desde ese entendimiento, educar a
las generaciones para forjar una patria de solidaridad y fe y de progreso sin
corrupción.
Demos
gracias a Dios por todo lo positivo y aleccionador sembrado por David Noriega
en esta efímera oportunidad llamada vida. Dios dé
paz a la familia de Noriega. Dios reciba con agrado todo lo mejor de ese
palpitar que amó a Puerto Rico y dé su espacio en el Reino a esa alma que tanto
batalló y perseveró. Dios ilumine a todos.
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