lunes, 6 de mayo de 2013

¿David Noriega hubiese deseado mitificación o comprensión?


El sábado 4 de mayo de 2013, Puerto rico fue impactado con la noticia de la muerte del licenciado David Noriega Rodríguez.

 

No conocí personalmente a Noriega, pero recuerdo que se destacó como Comisionado Electoral del PIP en las controversiales de 1980 y en el amplio proceso de Reforma Electoral de 1982.

 

Luego de los convulsos días electorales de 1980, brilló Noriega con su capacidad de diálogo y de propiciar consenso, lo que fue vital para la mencionada Reforma Electoral que sigue vigente en sus bases.  

 

Es desde ese esfuerzo en pro de la pureza electoral, que el país descubrió en Noriega capacidad para que le representase en el foro legislativo.

 

Con el lema de “¡Date a respetar!”, el PIP logró elegir en 1984 a David Noriega para la Cámara de Representantes y a Rubén Berríos para el Senado. Objetivamente, eso se debió a presentar solo un candidato en todos los precintos en vez de 6, lo que les permitió acumular votos en toda la Isla y no solo en un número limitado de precintos.

 

Noriega no logró ser electo Gobernador en 1996, pero sí logró una efectiva batalla en contra de la corrupción gubernamental y por eso se le llamó “Fiscal del Pueblo”.

 

Considero que lo ideológico impidió que llegara a La Fortaleza y reconozco que al votar íntegro no le di mi voto a Noriega para que llegases la Legislatura, pero ciertamente supo proyectar convicción y humildad, y eso es admirable en todo escenario.

 

En su trayectoria, recibió ataques y elogios. En la campaña electoral, el PIP buscaba que electores de otros partidos le dieran el voto mixto a Noriega y a Rubén, pero si un elector del PIP consideraba votar mixto, se le decía “traidor”.

 

Cuando Noriega atacaba la corrupción se veía con buenos ojos, pero cuando se unió al “Blue Ribbon Committee” hubo elogios y duras críticas de diversos sectores.

 

Noriega tuvo sus diferencias con Rubén y en tiempos más recientes, optó por unirse al Movimiento Unión Soberanista.

 

Sin haber tenido la oportunidad de conocer a Noriega y conversar con él, porque supo buscar diversas rutas para servir mejor y más efectivamente sin abandonar su ideal independentista y unos valores fundamentales, pienso que hubiese deseado comprensión sobre las razones de sus decisiones y pasos, que la mitificación inherente al ritual y trivial libreto de “tan bueno que era…”.

 

Si queremos dar un buen tributo a David Noriega, busquemos comprenderlo a cabalidad en su trayectoria y propósitos, y desde ese entendimiento, educar a las generaciones para forjar una patria de solidaridad y fe y de progreso sin corrupción.

 

Demos gracias a Dios por todo lo positivo y aleccionador sembrado por David Noriega en esta efímera oportunidad llamada vida. Dios dé paz a la familia de Noriega. Dios reciba con agrado todo lo mejor de ese palpitar que amó a Puerto Rico y dé su espacio en el Reino a esa alma que tanto batalló y perseveró. Dios ilumine a todos.

 

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