El fundamentalismo sin sana conciencia no es de Dios;
la humildad, la fe constructiva y sobre todo el AMOR, son de Dios.
Las buenas leyes son instrumentos para propiciar los
grandes ideales; hacerlas cumplir es compromiso de conciencia ante Dios y las
almas. Con fe, respeto y equidad, un Puerto Rico consagrado en la mejor
civilización es realizable.
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