martes, 14 de mayo de 2013

El fanatismo religioso y político son como las guerras sin sentido y las posiciones sin sana conciencia que fomentan lo peor de los seres humanos.


NO debe haber discrimen en contra de un ser humano que busque vivir en paz y ganarse el pan honestamente. Recordemos siempre que la igualdad humana es cristiana y agrada al Señor. Todas las ideologías (políticas, religiosas y de toda índole) pueden coincidir en lo que infunde paz; la paz integral que toca al alma al hacer el bien.

 

Es imposible que sea democrático, cristiano y de Dios lo que fomente odios, abusos y discrímenes. NO es digno y NO cumple con la gran comisión de evangelizar y discipular, el igualar el estilo de los que persiguieron al Maestro y a los primeros cristianos, ya que pecado mayor es tergiversar la Palabra para manipular mediante el enfoque selectivo de pecados y favores y no fomentar lo salomónico.

 

Algo del Creador de toda la Tierra (de un mundo sin fronteras a la humanidad) hay en la búsqueda de la equidad y la igualdad humana; y en cada alma hay un depósito y llamado divino, y lo mejor que define a uno es lo que uno vive sana y constrictivamente. No se trata de estar a favor o en contra de un precepto, sino de estar a favor de lo justo. Así, apoyemos el Proyecto del Senado 238 y las iniciativas de la alcaldesa Carmen Yulín, que van encaminadas a que no haya discrimen ni el imperio del odio.

 

Lo que Cristianiza, dignifica y engrandece al ser humano NO ES el no tener la capacidad de atender y escuchar, el silenciar a los demás y el perder la tolerancia; lo que Cristianiza, dignifica y engrandece al ser humano ES educar con la capacidad de crecimiento para atender y escuchar, la madurez para sembrar lo justo y afirmar la tolerancia que realiza la Mandamiento de Amor enseñado por Jesucristo.

 

De hecho, es bien conocido el pasaje bíblico en que Jesús habló y se sigue esperando que lance la primera piedra quien esté libre de pecado. La EQUIDAD es buena y agrada al Señor; para forjar una patria de todos en la Isla del Cordero.

 


 

--Gerardo L. Berríos Martínez

 

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