Vivir es
cuestión de asumir responsabilidades, fructificar y bendecir en el rol que se
tiene. Se crece en el caminar, se ve mejor desde el orar y se vive mejor desde
el amar. Hacer el bien con sabiduría nos define mejor. Somos llamados a la
consagración que es fe en acción. De perseverar con amor, fe, valor, visión y
honor se trata la vida.
Nuestros
militares son verdaderos héroes y confirman que el heroísmo no es ciencia
ficción, fantasía, juego de niños o un imposible en el mundo.
El
heroísmo real da nuevas dimensiones a lo que cautiva desde temprano, a lo que
se lee, a lo que se ve en películas y series, y a los héroes y heroínas que se
admiran; hace de la vida misma, la más apasionante aventura.
¡Sí!
Podemos llegar a donde no hemos llegado. Podemos vestirnos del heroísmo que
hace la diferencia al dar fe en donde no la hay, al saber decir no al mal, al
saber decir sí a lo que suma a la vida de quienes se ama y más allá, el bálsamo
a los que lloran y sufren, el perdón que no es simbólico y sí es camino de
cambio y evolución, la solidaridad a quienes resisten ante las manifestaciones
de la corrupción, comprensión en donde se ha perdido, apoyo al caído para
levantarse, fuerza a las buenas causas, atención debida al alma en formación y
al alma que merece dignidad y tanto puede aportar en los años dorados, el buen
consejo que aporta a perfeccionar la jornada, potenciación a quienes necesitan
redescubrir que no es demasiado tarde, en fin, el heroísmo no es ciencia
ficción, fantasía, juego de niños o un imposible en el mundo. El heroísmo real
se atreva a vivir, perseverar y fructificar con el más abarcador amor.
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