El martes 7 de mayo de 2013, falleció a los 92 años el gran
genio creativo que en vida fue conocido como Ray Harryhausen.
Antes de existir la tecnología computadorizada para
insertar figuras en una filmación, había que hacer las figuras a escala y Ray
fue uno de los maestros en hacer figuras con sumo detalle y realismo; que ha maravillado
a generaciones, e inspirado a talentos que han seguido sus pasos, y continua
esa cadena que va moldeando y desarrollando dones. Es inimaginable el gran
trabajo requerido para combinar con efectividad las acciones de los actores con
esas figuras. Una biografía de Ray Harryhausen nos dice:
·
“Con su enorme
talento, influenciado por el maestro Willis O’Brien (responsable del stop
motion de, entre otras, la obra maestra de 1933 ‘King Kong’) este grande del
cine logró efectos especiales que todavía hoy en día consiguen levantar
fascinación, convirtiendo sus mejores trabajos en auténticos títulos de culto
del género fantástico.
Ray
Harryhausen nació el 29 de junio de 1920 en la ciudad de Los Angeles,
California (Estados Unidos). Amante del mundo de la ciencia-ficción y la
fantasía desde niño, Ray formó parte de clubes de aficionados a estos géneros,
intimando desde su adolescencia con el conocido escritor Ray Bradbury.
Fue el
citado Willis O’Brien el que impulsó a Harryhausen a dedicarse al mundo de la
animación de marionetas y maquetas mediante el stop motion, llegando a
colaborar con su maestro en ‘El Gran Gorila’ (1949), que dirigió Ernest B.
Schoedsack y produjo Merian C. Cooper y nada menos que John Ford, quien también
dirigió varias escenas.
Unos años
antes Ray se había curtido en la animación dirigiendo cortos junto a George
Pal, alcanzando un dominio del stop motion que le llevaría a sus máximos logros
décadas más tarde.
Al margen
de los efectos Harryhausen también realizó sus pinitos como director de
fotografía, ejerciendo tal labor con el seudónimo de Jerome Wray en ‘La
historia de Caperucita Roja’ (1949), película que también produjo.
‘El
monstruo de tiempos remotos’ (1953), monster movie basada en una historia de
Bradbury, fue la primera ocasión en la que Harryhausen firmaba en solitario
como autor de los efectos de animación.
Durante
esta década Ray trabajaría en películas como ‘It came from beneath the sea’
(1955), la primera vez de las muchas en las cuales formó equipo con el
productor Charles H. Schneer, ‘La Tierra contra los platillos voladores’
(1956), ‘20 millions miles to Earth’ (1957) y ‘Simbad y la princesa’ (1958),
título, al igual que el anterior, dirigido por Nathan Juran.
En los años
60 Ray Harryhausen filmaría ‘Los viajes de Gulliver’ (1960), adaptación de la
sátira de Jonathan Swift, ‘La isla misteriosa’ (1961), basada en la novela de
Julio Verne, ‘Jason y los Argonautas’ (1963), probablemente su mejor trabajo con
Don Chaffey en la dirección, ‘La gran sorpresa’ (1964), adaptando a H. G. Wells
con dirección de nuevo de Juran, ‘Hace un millón de años’ (1966), aventuras
prehistóricas con Raquel Welch, y ‘El valle Gwangi’ (1969), con dirección de
Jim O’Connolly.
A partir
del cambio de decenio los trabajos de Harryhausen, que se había casado en 1961
con Diana Livingstone, familiar del explorador David Livingstone, serían
bastante esporádicos.
En los 70
colaboró en ‘Trog’ (1970), un título menor realizado por Freddie Francis, y en
dos películas sobre Simbad el Marino, ‘El viaje fantástico de Simbad’ (1974) y
‘Simbad y el ojo del trigre’ (1977), en las cuales también participó como
guionista.
En los
años 80 solamente trabajó en ‘Furia de Titanes’ (1981), film sobre los mitos
griegos que supondría su última ocupación como animador cinematográfico.
Curiosamente en
la última etapa de su carrera profesional apareció más como actor en
apariciones fugaces, interviniendo en películas poco trascendentes como ‘Espía
como nosotros’ (1985) o ‘Superdetective en Hollywood 2’ (1991), ambas dirigidas
por John Landis.
Ante una trayectoria
admirable, lo más significativo, inspirador y aleccionador, es que hubo quien
lo inspiró bien en el inicio. Demos
gracias a Dios por todo lo sembrado por Ray
Harryhausen, ya que él mismo fue semilla. Dios dé
paz a la familia de Ray. El Supremo Creador reciba con agrado a quien honró la
capacidad creativa y dé su espacio en el Reino a esa alma que tanto forjó. Tal
como Ray moldeaba, que el Altísimo y la sabiduría integral nos moldee; no como religión,
sino como más. En toda vocación y sentido de vida, seamos buena semilla y
mejores sembradores.
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