domingo, 9 de agosto de 2015

La “música sacra” no es todo en la fe…

Es cierto que en la Biblia se destaca la genuina adoración y alabanza; y que quienes están en las vocaciones de consagración musical necesitan la cobertura de oraciones y consejos sabios por las tentaciones que enfrentan. La música edifica y recuerdo el pensamiento de que cantar es como orar dos veces; y en Juan 4:23-24 dice: “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”.
                         
Sin embargo, lo que se conceptualiza dentro de “música sacra” se desvirtúa cuando se tergiversan y manipulan sabios principios bíblicos para enfocarse más en lo coreográfico que en el corazón sincero, o para buscar obligar a escuchar y patrocinar solo un tipo de música y personas en específico por un afán desmedido de lucro.

Deformar lo sagrado para buscar sacar el máximo de cada bolsillo, es un acto de delincuencia. Sacar de proporción lo de la “música sacra” para buscar evadir la obra social que define la vivencia cristiana e imponer que con tener una colección de discos y sintonizar lo mismo fuese todo, es un engaño.

Ser “cristiano” no es religión, un género musical o una marca comercial. Ser “cristiano” no es ser perfecto o inmune a lo que afecta al mundo. Ser “cristiano” es ser creyente; lo que infunde una naturaleza revolucionaria al palpitar, al ver, creer, pensar y hacer. Oremos para en todas las congregaciones, se perfeccione el mensaje sobre la fe con obras y el sentido de la realización que abona a una digna vida plena que agrada al Creador, para que cada testimonio sea faro de paz, amor y verdad.

                                      
·         “Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera: allí será el lloro y el crujir de dientes. Y cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará sobre el trono de su gloria. Y serán reunidas delante de él todas las gentes: y los apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a la izquierda. Entonces el Rey dirá a los que estarán a su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui huésped, y me recogisteis; Desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; estuve en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos? ¿ó sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos huésped, y te recogimos? ¿ó desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos á ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeñitos, a mí lo hicisteis. Entonces dirá también a los que estarán a la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y para sus ángeles: Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; Fui huésped, y no me recogisteis; desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces también ellos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, ó sediento, ó huésped, ó desnudo, ó enfermo, ó en la cárcel, y no te servimos? Entonces les responderá, diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos pequeñitos, ni a mí lo hicisteis”. --San Mateo 25:30-45



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