sábado, 15 de agosto de 2015

Se puede crecer con encanto…

La belleza es tan de Dios como la verdad y las virtudes (interesante que son términos que comienzan con el artículo en femenino). La belleza en la mujer es inherente a sublimes llamados y a inenarrables fuerzas de amor y vida. Es una gran señal de esperanza y poder, cómo se van descubriendo los encantos en la mujer madura y así, se van derrumbando los muros del discrimen por edad para ir dando paso al nuevo y mejor mundo de equidad y más amplio y abarcador amor.
                                                                     
Así, hay grandeza en cada mujer que redefine y perfecciona la belleza. Confirma que todo lo mejor y admirable se va acentuando con el paso de los años y que la verdadera juventud crea nuevos paradigmas e inspira a generaciones.

La brevedad de la vida llama a buscar lo máximo constructivamente en cada etapa. Es una gran manifestación de amor con poder y fe en acción, el alentar y apoyar al ser humano hacia su plena realización. Fomentar la sana autoestima no es vanidad y la humildad no rivaliza con el sentido de prosperidad para ser canal de bendición integral. En verdad Dios se creció al crear a la mujer. Sea creciente y compartida la voluntad de dar vida la vida; en la vida como sabia, heroica y victoriosa causa de amor…




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