Cuando uno se encuentra en una
situación en que uno se pregunta “¿qué hago aquí?”, o uno pienso “esto no
debería estar pasando”, procede respirar hondo y buscar las respuestas que van
más allá de uno mismo. Melina León ha sabido estar junto a su hijo con la
fuerza que solo da Dios, y no están solos. La ruta de un Programa de Desvío,
inevitablemente lleva a reconocer que hay pasos que trascienden al caminante.
Un Programa de Desvío es una pena
alternativa a la reclusión; es un programa para que se pueda cumplir fuera de
la institución correccional. El Programa de Desvío es un gran acierto para
cuando no hay causas o daños graves y se puede lograr lo salomónico, ya que la
idea de resolver todo con cárcel ha fracasado.
Soy solidario con la gran alma con
el nombre artístico de Melina León y con su hijo Manuel; con Melina por su
inmenso corazón que tiene luz divina, y con Manuel porque heredó una buena
esencia y si se estima que él tiene que rectificar algo, la solución no está en
los estilos anacrónicos y punitivos al extremo. En una Isla 100 x 35, no deben
ser imposibles las soluciones grandes que superen estereotipos e ideas caducas.
Para mí, ser solidario con Melina y
Manuel es una perspectiva de fe y vida. Un gran motor del concepto de Programa
de Desvío es que se cumpla sin romper lazos familiares ni perder el empleo.
Así, el caso que llegó a los medios, pone sobre el tapete que el Programa de
Desvío corrige fallas del sistema y hace ver que ya es hora de evolucionar en
la forma visionaria, efectiva y humana de atender los temas.
Ahora más que nunca: Solidario con
Melina y Manuel; hay luz, hay esperanza... Solidario con la conciencia que les
bendice y el deseo de que el resultado final de esta inesperada jornada (el
tipo de golpe que no se debería vivir), sea de un testimonio que dé luz al país
y al mundo sobre cómo se puede crecer en amor y madurar en sabiduría. Ese buen
testimonio será instrumento de Dios y canal de bendición. Adelante…
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